La estadística decía que no hay rival más propicio en los últimos años que el Atleti para los azulgranas en su estadio. Nada menos que 17 tantos marcados en las últimas cuatro visitas de los rojiblancos y solo tres goles encajados.
Parecía que esta vez sería distinto, que el renovado Atlético de Manzano llegaba por fin a esta cita en un buen momento y dispuesto a complicarle la vida al Barça. Pero los azulgranas lo convirtieron, con aparente facilidad, en el frágil equipo de los últimos tiempos.
El conjunto madrileño sencillamente no existió. El Barcelona le invitó a presenciar en primera fila su enésima exhibición y el Atlético aceptó la invitación resignado a su suerte.
Entregado desde el primer gol, incapaz de salir con el balón jugado y sin recurrir si quiera a un plus de agresividad para frenar al rival, los rojiblancos se rindieron demasiado rápido.
Falcao, el rematador implacable, el delantero de moda del fútbol europeo, ni siquiera olió la meta defendida por Valdés, que solo tuvo un susto inicial -un inesperado disparo de Tiago al larguero- y luego se dedicó a disfrutar desde su portería del festival de fútbol ofensivo que protagonizaron sus compañeros.
Guardiola volvió a apostar por una zaga de tres para poblar de nuevo el centro del campo. Presionado muy arriba, robando en el campo rival y trazando combinaciones a mil por hora antes de romper la defensa visitante con frenéticas permutas de posiciones, desmarques en diagonal y rupturas al espacio, el Barça se hizo el dueño y señor del partido.
Xavi se erigió otra vez en el jefe de todo esto y volvió a sentar cátedra. Villa cazó el primero a los nueve minutos, la bajó con el pecho, sentó a Miranda con un recorte seco y fusiló a Courtois con la zurda.
Pedro fue el siguiente destinatario de otro maravilloso regalo del Xavi, pero el control se le quedó un pelín atrás y su remate algo forzado se marchó demasiado cruzado.
Un maravillosa combinación entre Xavi, Messi y Pedro acabó con el autogol de Miranda a los quince minutos y una internada de Messi en el que sentó con una finta a media defensa rojiblanca al adentrarse en el área antes de batir a Courtois dejó finiquitado el encuentro antes de la media hora.
Para entonces ya diluviaba en el Camp Nou. Peor aun para el Atlético, al que el balón no le duraba un suspiro y que sufría más si cabe para defenderse sobre un tapete al que la lluvia había convertido en endiabladamente rápido y el Barça había adoptado como fiel aliado.
Una vaselina de Cesc que lamió el travesaño fue la última ocasión local antes del descanso. Manzano ordenó dos cambios para afrontar la reanudación: Arda Turan y Salvio por Mario Suárez y Reyes. Y Guardiola aprovechó que el partido estaba sentenciado para regalarle a Piqué los primero minutos después de su lesión.
Messi, en dos ocasiones, y Villa tuvieron el cuarto en sus botas y Thiago deleitaba al Camp Nou con un par de diabluras imposibles. Y eso que el Barça ya había quitado el pie del acelerador.
La lluvia dio una tregua y el Atlético se estiró tímidamente. Pero entonces, volvió aparecer Messi para protagonizar un vertiginoso eslalon marca de la casa y hacer el cuarto.
Gabi, cansado de bajar veinte metros para intentar recibir algún balón en condiciones, lo probó desde fuera del área, y Tiago en un lanzamiento de falta. En ambos casos el esférico no vio puerta, pero sirvió para engordar un poco la pírrica estadística ofensiva rojiblanca.
La guinda la puso el 'crack' de Rosario en el último minuto de partido al cazar un balón en el área y firmar su tercer tanto de la noche.