Las estrategias de resolución de esta problemática social deben situarse en la transformación de la estructura, organización y el funcionamiento de aquellas instituciones sociolaborales que, para reproducirse, generan y alimentan en alguna medida esa violencia machista, centrada en la asignación de roles asimétricos entre los géneros, que a su vez, es consustancial a ese modelo de familia, que sólo funciona cuando esa asimetría se mantiene… “Y con ella la consecuente subordinación, el sometimiento de las madres, de las esposas, de las hijas. Se debe, por lo tanto, romper ese sometimiento y esa dinámica de funcionamiento” Las mujeres somos las que históricamente hemos asumido ser pilares de todas las instituciones relevantes, lo que no ha sido favorecedor, es la lectura machista de ese “ser” que lo han tergiversado en “no ser persona, sino en cosa, objeto, adorno o propiedad” a la que se puede utilizar, subyugar, someter y vulnerar en todos los sentidos, hasta cotas insospechadas. El reto de este Siglo XXI, sigue siendo, a pesar de los trascendentes avances conseguidos, la instauración de bases firmes y permanentes donde la igualdad de las mujeres y los hombres sea una realidad efectiva y no sólo un espejismo sociopolítico y cultural. El próximo 8 de Marzo, es un día de reconocimiento en mayúsculas, es una fecha de valoración, de denuncia y reivindicación en clave de justicia social...Desde esta columna, expresar mi agradecimiento a todas las mujeres, que han trabajado y lo siguen haciendo, las 24 horas del día, en los espacios públicos y privados; desde dentro y fuera de las paredes de sus casas; y especialmente a las que se dedican al trabajo más duro pero menos apreciado, al cuidado y protección de quienes se encuentran a su cargo por encontrarse en una situación de vulnerabilidad o dependencia (menores, personas mayores y/o con discapacidad. A ellas, a vosotras, y nosotras… ¡Muchas Gracias!
Eutopía
Ocho de marzo
Las estrategias de resolución de esta problemática social deben situarse en la transformación de la estructura, organización y el funcionamiento de aquellas instituciones sociolaborales que, para reproducirse, generan y alimentan en alguna medida esa violencia machista, centrada en la asignación de roles asimétricos entre los géneros, que a su vez, es consustancial a ese modelo de familia, que sólo funciona cuando esa asimetría se mantiene… “Y con ella la consecuente subordinación, el sometimiento de las madres, de las esposas, de las hijas. Se debe, por lo tanto, romper ese sometimiento y esa dinámica de funcionamiento” Las mujeres somos las que históricamente hemos asumido ser pilares de todas las instituciones relevantes, lo que no ha sido favorecedor, es la lectura machista de ese “ser” que lo han tergiversado en “no ser persona, sino en cosa, objeto, adorno o propiedad” a la que se puede utilizar, subyugar, someter y vulnerar en todos los sentidos, hasta cotas insospechadas. El reto de este Siglo XXI, sigue siendo, a pesar de los trascendentes avances conseguidos, la instauración de bases firmes y permanentes donde la igualdad de las mujeres y los hombres sea una realidad efectiva y no sólo un espejismo sociopolítico y cultural. El próximo 8 de Marzo, es un día de reconocimiento en mayúsculas, es una fecha de valoración, de denuncia y reivindicación en clave de justicia social...Desde esta columna, expresar mi agradecimiento a todas las mujeres, que han trabajado y lo siguen haciendo, las 24 horas del día, en los espacios públicos y privados; desde dentro y fuera de las paredes de sus casas; y especialmente a las que se dedican al trabajo más duro pero menos apreciado, al cuidado y protección de quienes se encuentran a su cargo por encontrarse en una situación de vulnerabilidad o dependencia (menores, personas mayores y/o con discapacidad. A ellas, a vosotras, y nosotras… ¡Muchas Gracias!
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