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Relaciones personales

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Pertenezco -que poco me gusta pertenecer a nada ni a nadie- desde hace años a un grupo mas o menos abierto que suma ahora en Jerez a unas 600 personas y debo decir que desde hace un año han huido de él un número igual de ratas, conforme al barco hacía aguas. Por no mentir ni disimular debo decir que a ese grupo se le conoce como PSOE. Se trata de un partido de larga tradición en España -130 años, nada menos- al que se suman los socialistas de diversa índole que lo son, lo sean de Alfonso o Felipe, de los Rios o Prieto, Largo Caballero o Negrín; modernamente, se diría, de Chacón o Rubalcaba, de Chaves o de Griñán, y de Pilar o de Fernández; y hasta de Aguilar los hay...Es un magma mi partido, pero todos somos, a la postre, de Iglesias, por muy laicos que a la vez digamos ser. Dije que, de un año a este lado, nuestro censo ha dado un bajón de militancia que podemos situar en el 50% de lo que fuimos y que esta bajada significativa ha mermado más a unos “bandos” que a otros, siendo así que, sin sumar nuevos adeptos ninguna corriente de opinión, se están equilibrando los apoyos y en este desideratum hasta Isa Armario, Diez Piniés y el mismísimo Crisol cuentan con hijos, tan huérfano somos los humanos para andar solos sin un guía o un mentor que nos alumbre el mejor camino hasta el infierno.


Hemos dado este bajón porque la gente se suma a proyectos que puedan ser nutricios y sin datos fehacientes, por ese motivo, estoy convencido que en igual porcentaje ha crecido el censo del Partido Popular de año y medio a esta parte.


Mi partido ha vivido en estos últimos años un aletargamiento consentido y estudiado desde sus órganos de poder. Esto le ha llevado a cambiar Casa del Pueblo por Oficina de Militantes, y nadie va con gusto a la oficina, siendo así que con placer se llega uno a casa. Hemos perdido la costumbre que teníamos de mutualizar nuestras cuitas y ganancias de trabajadores en la Casa del Pueblo que, como los casinos de los señoritos, contenía el virus de las relaciones humanas, del conocimiento, de jugar al mus y de hacer pancartas, y de juntar las castas y los genes, con el niño y con la niña, o con los niños y con las niñas entre ellos.


Con toda minuciosidad desde los llamados poderes orgánicos durante los dos últimos lustros nos lo han hurtado. A falta de ese pan, de Casa de ladrillos y mezcla hecha, en la web ha aparecido una Casa del Pueblo Virtual que muy lejos de aquella y sin que cubra ni su sombra, agrupa a un “nada” de militantes, de uno y del otro y del otro lado, de esos poquísimos que quedan dispuestos a pagar algo más que cuotas y a pasar al raso esta tormenta de insidias que sobre nuestra historia, como un procedimiento sumarísimo ha lanzado la derecha, sus medios -todos sus medios- y sus masas sin forma.


Es en estos momentos en los que de manera más rotunda nos cabe volver al pasado, aquellos tiempos de Iglesias o, en Jerez, de Delicias, o San Pablo, con sus peleas y sus abrazos: el tiempo de restaurar cuanto se ha borrado y roto y volver a la revolución de las relaciones personales.
Son malos momentos. Muy malos momentos para quienes hasta ayer fueron nuestros dirigentes a uno y otro lado. Imputados, acusados, sometidos a fianzas que fueran propias de mafiosos y asesinos cientos de veces confesos, y por simples sospechas..., si las hay, han de someterse a esas posibles infamias. Quienes políticos también se supieron colocar al otro lado, aún siendo ladrones confesos y condenados, Matan y Campean por sus predios, libres, y con fianzas de risa, financiadas por la banca y los bancos...con quien tanto y tantos negociaron...

Es el momento de volver y re instaurar las revolucionarias relaciones personales, al margen de filias y de fobias -que las hay y siguen violentamente vivas- y de demostrarnos solidaridad personal ante lo adverso, en el convencimiento de vivir -al margen de lo concreto- un proceso general contra una forma de vivir y de entender la vida que desde el nuevo poder se intenta por todos medios laminar.

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