Las irreverentes bromas de Seth MacFarlane, el traspiés de Jennifer Lawrence, el regreso de Barbra Streisand, la aparición sorpresa de Michelle Obama... Como cada año la gala de los Oscar dejó momentos para la posteridad, aunque si por algo estuvo marcada esta 85ª edición fue por la saturación de números musicales.
Seth MacFarlane, creador de la serie Padre de Familia y director de Ted, irrumpió en el Dolby Theatre con un propósito claro: hacer reír a Tommy Lee Jones. Con el primer reto conseguido, se lanzó a perpetrar We Saw Your Boobs, un desvergonzado número musical en el que repasaba los mejores top-less de la historia del séptimo arte. Una actuación en la que el anfitrión aunaba dos de sus pasiones: las formas femeninas y el cante. ¿Un involuntario homenaje al explícito vestido de Anne Hathaway que tanto dio que hablar?
En este arranque también vivimos la primera sorpresa cinéfila de la noche, la irrupción de William Shatner. El mítico capitan Kirk, ataviado con el uniforme de gala del Enterprise, le echaba varios rapapolvos al maestro de ceremonias para que depurará su estilo y suavizara las inevitables críticas de los medios.
Pero quizá el MacFarlane en estado puro lo vimos cuando el maestro de ceremonias hizo un chiste sobre el asesinato de Lincoln que no sentó demasiado bien a los asistentes. "Yo diría que quien se metió de verdad en la cabeza de Lincoln fue John Wilkes Booth", afirmó en alusión al asesino del presidente. "¿Qué pasa, 150 años después y todavía es demasiado pronto?", replicó MacFarlane ante los abucheos del patio de butacas.
Cantó (mucho), bailó y se rió un poco de todos. "Su nombre suena como un ruso estornudando". Así presenta al presidente de la Academia, Hawk Koch, su jefe esa noche. Y la comunidad de latina de Hollywood también fue objeto de sus burlas. "Es momento de que salgan Javier Bardem, Penélope Cruz o Salma Hayek. No importa que no les entendamos. Son muy guapos", decía para dar paso a la actriz mexicana
Pero al ácido MacFarlane solo pudimos verle cuando no había nadie cantando en el escenario.... y eso pasaba pocas veces. Y es que la de de este año parecía más una ceremonia de los Grammy que de los Oscar de la Academia. Mucha, quizás demasiada, música para homenajear a un género que este año tuvo en Los Miserables a su gran bastión. Todos sus protagonistas subieron al escenario para protagonizar uno de los momentos más esperados de la noche.
Como también lo era la aparición de Adele cantando por primera vez en directo Skyfall, canción que minutos después se convertiría en el primer tema central de la saga de James Bond en ganar el Oscar.
Antes, le llegó el homenaje a la saga de 007 que cumplía 50 años y que culminó con la actuación de Shirley Bassey que hizo alarde de su arrolladora puesta en escena y personalidad para interpretar en directo el tema Goldfinger.
Pero sin duda alguna el regreso más esperado era el de Barbra Streisand que apareció tras la pieza 'In Memorian' para rendir su particular homenaje al compositor fallecido Marvin Hamlisch interpretando 'The Way We Were'.
La nota aparatosa la puso Jennifer Lawrence... otra vez. Y es que si en los SAG (premios del sindicato de actores) se le rompió el vestido al acudir al estrado a recoger el galardón, en este caso fueron las escaleras las que le jugaron una mala pasada. Traspiés y manos rápidas para no dar de bruces en el suelo. Todo quedó en un susto.
El gran broche final en forma de 'videosorpresa' corrió a cargo de la primera dama estadounidense. Jack Nicholson aparecía en el escenario para presentar, en principio solo, el premio gordo: El Oscar a la mejor película. Pero el viejo Jack se guardaba un as en la manga y daba paso a Michelle Obama para que, curiosamente desde la Casa Blanca, certificara la derrota del presidente Lincoln, a manos de Argo.