A beautiful body” (Un cuerpo hermoso), es el proyecto de la fotógrafa Jade Beall. Busquen su página en Facebook o su web en la red y les aseguro que quedarán tan impresionados como servidora. Olvídense de la magia engañosa del Photoshop o de los retoques del botox o del novedoso ácido Hialurónico, no encontrarán nada de eso allí. Beall se ha limitado a fotografiar el cuerpo femenino tal como es, con todas las inclemencias que los años, los partos o la genética han querido hacer con él. Mujeres valientes, madres con curvas conocidas, con años vividos y con el orgullo de sentirse hermosas por encima de la presión cruel y absurda de una sociedad que lucha por alargar la vida de las personas, pero no les permite envejecer. Una sociedad que niega a la mujer algo tan hermoso como disfrutar de su maternidad sin presiones añadidas.
En esta esquizofrénica época en la que nos inundan con anuncios para someternos a la tiranía de la patética “operación bikini” con fotografías de chicas que lo que menos necesitan es perder peso, y que por otro lado nos bombardean con ofertas para envenenarnos con comida basura y hábitos de vida poco saludable, es de agradecer un poco de sentido común. Y las fotografías de Jade son un alegato a ello.
El cuerpo de una mujer que ha sido madre sufre unos cambios tan radicales que nunca vuelve a ser el mismo. ¡Gracias a Dios!, por otra parte. Poco atractivo tendríamos como seres vivos si siempre tuviésemos siempre el mismo aspecto. Piénsenlo.
¿No encuentran ustedes una perversa contradicción en este afán por cambiar todo en nuestra vida, y este absurdo “permanecer” en el tiempo? ¿No se sienten bochornosamente manejados?
No crean que les miento cuando aseguro que yo quiero envejecer, quiero que los años pasen por mí, quiero que mi cuerpo exprese los estados biológicos que va experimentando… y quiero todo esto porque hay algo que tengo muy claro, la felicidad no envejece en mí. Va y viene, pero permanece como cuando era una niña. El resto poca importancia tiene, no nos engañemos.
Por eso me he enamorado de las fotografías de Jade Beall. Porque en su textura hay algo que me ha atrapado, algo que me enamora, y supongo que ese “algo” es simplemente la realidad. Será la falta de costumbre.
