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Sábado 20/04/2024  

El marrón de Zapatero

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Se puede decir que en política nada es casual como puede decirse todo lo contrario, y lo cierto es que aún no se sabe a ciencia cierta si el esfuerzo tan grande que hizo el PP para no ganar las últimas elecciones generales, antesala de una crisis económica que se anunciaba brutal, fue casual o no, si bien lo más probable es que no. O dicho de otro modo: la plutocracia le endosó el muerto de la crisis a Zapatero con dos propósitos, el de resignar en un gobierno de izquierda su gestión y sus devastaciones y, a consecuencia de ello precisamente, el de quitárselo de en medio en los siguientes comicios, cuando ya se vislumbrara, tras la tempestad, la calma, esto es, la recuperación económica. Podría argüirse contra semejante razonamiento que lo invalida su insoportable escepticismo sobre la virtualidad de la democracia y de la voluntad popular libremente expresada en las urnas, pero también podría argüirse, para reforzarlo, que la manipulación de la voluntad popular es práctica corriente en una democracia como la nuestra, si es que no en casi todas las democracias.

La cuestión no es que la plutocracia, u oligarquía, o como quiera llamarse a los que detentan de verdad el poder, hiciera ganar a Zapatero, sino que hizo perder a Rajoy con aquel discurso de extrema derecha, majadero, guerracivilista y absurdo que daba tanto miedo. A ningún diseñador de campaña electoral se le habrían ocurrido aquellas cosas terroríficas que decía el PP, a menos, como es natural, que deseara ardientemente perder las elecciones, cosa ésta que, como sabemos, alcanzó a lograr. El marrón, o cuando menos lo más oscuro del marrón, pues, para Zapatero, que como izquierdista sabrá lidiar con las iras del pueblo arruinado y en paro, debieron pensar los que inspiraron la campaña electoral de sus adversarios, que no estaban, esa es la verdad, para añadir a la de la suya propia la gestión de semejante catástrofe.

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