Tengo la gran suerte de contar con la amistad de Sandra Cerna. La madre de Laura, la pobre chica que asesinó Antonio Gordillo en Sevilla un 30 de agosto del 2010 y descuartizó fríamente para deshacerse del cuerpo en una maleta tirándola a nuestro río. Pongo todos estos datos tan macabros porque la memoria del ser humano es selectiva, estúpidamente selectiva a veces y tendemos a olvidar lo que no nos afecta directamente. O que creemos que no nos afecta directamente. Porque cuando quitan la vida a un inocente, y el pago por ello son diecinueve ridículos años, que con beneficios penitenciarios pueden reducirse ampliamente, ¿qué quieren que les diga? Es como si nos asesinaran a todos un poco. Para este asesino el fiscal pedía la máxima pena, veinticinco años. Pero el juez estimó que veinte podría estar bien, aunque para rizar el rizo más, redujo un año por el gesto de humanidad que el asesino tuvo al colaborar con la policía y decir dónde se encontraba el cadáver. No sean mal pensados, piensen como el juez, que lo hizo por ahorrar sufrimiento a la familia de Laura, no por colaborar con la policía y tener un trato más ventajoso.
Les cuento todo esto, porque Antonio del Castillo, padre de la malograda Marta va a acudir al Congreso para participar en el debate parlamentario sobre la reforma del Código Penal. Su nombre aparece en la lista de las personas propuestas por los distintos grupos parlamentarios en esta fase final de tramitación de la nueva legislación penal.
Sandra y Thomas Cerna siguen desde Florida y su nieto (hijo de Laura) Mike, desde Sevilla que es donde reside hace años, toda la información legislativa que se publica en España. No sólo por su propio interés, sino también por su condición de abogados penales. Hace unos días, Sandra escribía una carta maravillosa dirigida a la prensa española y con una petición muy directa a nuestro alcalde, Juan Ignacio Zoido (que tanto se interesó y apoyó emocionalmente a los Cerna). Sandra quiere ser la voz de Laura en el Congreso, como Antonio lo será de Marta, y como tantos otros deberían serlo de esas voces mudas por una muerte prematura.
Ojalá su carta se publique, ojalá obtenga respuesta y no olvidemos, ojalá legislemos en caliente, en el calor ausente de esos cuerpos que sus padres no podrán volver a abrazar.
