No pasará ni un año más sin que La Guareña tenga cura. Han tenido que pasar, nada más y nada menos, que 22 años y 8 meses para que esta barriada rural jerezana, con 380 habitantes, recupere la misa de los sábados.
Todo esto ha sido posible gracias al empuje del párroco de San Isidro Labrador de La Barca de la Florida, Diego González, quien alentado por la devoción de los vecinos de esta barriada, recuperó la liturgia aprovechando la celebración de su tradicional verbena que tiene lugar en agosto y que fue -precisamente en una caseta de feria- donde tuvo sus primeros fieles. Esta ceremonia tuvo tan buena acogida entre los vecinos que Diego González lleva los dos últimos sábados dando misa, a las seis y media de la tarde, en la iglesia Nuestra Señora del Valle, un templo (que también llegó a ser colegio y sigue siendo centro de barrio) que, con la ayuda de algunos de sus vecinos, incluso ha recuperado el copón y el cáliz, entre otros ornamentos sacros, recobrando así parte de su historia.

Otro de los impulsores de que la misa haya vuelto a la La Guareña es su delegado de Alcaldía y, a su vez, presidente de la Asociación de Vecinos el Progreso de Nuestra Señora del Valle, Ángel Ruiz, que se deshace en alabanzas al hablar de su párroco. “Diego es un hombre sencillo y amable que ha sacado tiempo de donde no lo tenía para venir a dar misa a nuestra barriada. Para nosotros esto significa mucho”. Por su parte, Diego González también aclaró a este medio que “siempre tuve ganas de dar misa en La Guareña” y confía en que su liturgia siga ganando fieles.