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Tempestad en el mar de olivos

Andaluces de Jaén, aceituneros altivos: ¿qué le pasa a nuestro aceite de oliva?

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  • Olivar de Jaén
¿Está nuestro olivar y nuestro aceite de oliva en peligro? Desde luego son malos tiempos. No es la primera vez en la historia que este producto pasa por momentos de graves apuros, hay incluso rémoras crónicas, situaciones que muchos podemos recordar, sobre todo las veces que hubo que salir a la calle, una de ellas en una cita que marcó un hito, la OCM de Fischler, lo cual, teniendo en cuenta que de acuerdo con las características que definen a Jaén, el sector olivarero no es distinto a otros, y se distingue por su falta de unidad a la que hay que añadir una tradición muy conservadora, es casi un milagro. El panorama, aunque va cambiando con la lenta incorporación de una nueva mentalidad, no es tan diferente al de otros tiempos, ni el diagnóstico es lejano al de una realidad que debiera producir autocrítica, Jaén, en su potencia olivarera, se ha ocupado casi en exclusiva de lo básico y le ha faltado ambición y saber organizarse, por eso la crisis es más evidente, aunque no nos engañemos, esos precios que se están pagando por el aceite son buenos para los consumidores que en tiempos convulsos tienen así mayor facilidad de consumir un gran producto, de ahí la censura que se le hace a las grandes superficies, pero naturalmente es una malísima noticia para los intereses generales de Jaén y el perjuicio económico está siendo de muchos millones de euros, un palo de serias consecuencias para nuestra economía. Y todo ello en un momento en el que coincide con iniciativas innovadoras de excelentes caldos que están revalorizando el buen nombre de Jaén y no sólo la cantidad de su producción sino una cuidada calidad que compite con los mejores aceites del mundo. Como siempre la cara y la cruz, el sino de nuestro espectacular mar de olivos.



Desde hace meses hay una elevada inquietud en el sector aceitero, tan vital para la economía de esta tierra. La guerra de los precios ha encendido las alarmas y eso que relativamente se ha vendido poco aceite a esos precios que las organizaciones del campo auguran ruina y no les falta razón. Como no hay mal que por bien no venga, la delicada situación ha servido para hacer reaccionar a un sector, que de acuerdo con la idiosincrasia de Jaén, también tradicionalmente, se ha manifestado poco combativo y más a la espera de los manás que a ganarse a pulso los mercados y el mayor aprecio para un producto de tan extraordinarias bondades. Así las cosas, la mayoría de las opiniones coinciden en que la solución a este problema, y no sólo para los malos momentos por los que se atraviesa ahora, en tiempos de crisis, sino de manera permanente, es actuar desde la unidad, y para ello se cuenta ya con algunas aportaciones imaginativas desde el mundo empresarial, cooperativo y del resto de organizaciones del sector. La Junta de Andalucía ha anunciado, una vez más, un cheque en blanco, que no es la primera vez que pone sobre la mesa, pero que en otros tiempos, por razones que no vienen el caso, fracasó.

El actual panorama de la crisis de los precios, con ser grave, porque en efecto se ha tocado fondo y plantea un escenario de falta de rentabilidad para el producto y la asfixia sobre todo para quienes viven de la producción olivarera, no deja de formar parte del propio escenario de las dificultades económicas de las familias en la actual coyuntura, aunque haya sido aprovechada por otros intereses para ahogar a un producto cada vez más valorado, con mayores propiedades para la salud, como se estudia en distintas universidades, una de ellas precisamente la de Jaén, y un alimento para el que se demanda, y lo merece, la consideración de Patrimonio Mundial.

Pero ni siquiera en los momentos de mayor dificultad ha sido posible establecer el consenso, ha habido manifestaciones de las organizaciones agrarias, se han sacado a la calle las pancartas y los tractores, aunque en momentos clave y de dificultad lo que se debiera ver es lo que une más que todo lo que separa. Por esta razón se puede afirmar que la crisis se aprovecha de la falta de unidad y de organización para empeorar sus consecuencias, aunque en gran medida estamos ante problemas de mercado, pero hay que medir la situación para reaccionar en lugar de creer que no va con nosotros y por tanto a echar balones fuera y culpar sólo a algunos de lo que probablemente es responsabilidad de todos.

Ante un panorama tan desalentador ha habido llamamientos a la unidad, incluso la Junta ha vuelto a ofrecer su estímulo, también económico, para propiciar centrales de venta que se ha convertido en un experimento bien aceptado e intencionado, aunque en la práctica, no se haya manifestado decisivo para aliviar las cargas que pesan sobre la principal riqueza de nuestra tierra, al menos de momento. La situación es complicada y lo peor es que no se atisban soluciones, como no las hay para el resto de la crisis por la que atravesamos, y a estas alturas nadie duda que hay que pagar un costo que llevará tiempo remontar, aunque esta provincia, para mantener su liderazgo y no dar pasos atrás de lo que se ha hecho bien en los últimos años, no se puede permitir el lujo de abdicar de sus responsabilidades a favor del aceite de oliva al que está obligada a mimar. Eso sí, en los momentos de dificultad, todo se vuelven obstáculos, de hecho en este momento las iras del sector olivarero se dirigen de nuevo hacia Bruselas por negar las ayudas necesarias que permitirían almacenar aceite y contribuir probablemente a la subida de los precios.


Si este barco se hunde…


La verdad es que ese mar de olivos que se extiende a lo largo y ancho de la geografía provincial, pertenece a estos andaluces de Jaén, aceituneros altivos, que dijo el poeta, que en bastantes casos al menos, saben mucho de sacrificios y como en la propia provincia en que nacieron, presentan una imagen que no siempre tiene que ver con la realidad. Hay, eso sí, mucho de conformismo, de comodidad y de apatía, que nos ha hecho dejar de conquistar las posiciones que el propio producto se merecía por su prestigio cada vez más extendido, pero no es menos cierto que cientos de familias son esclavas del cultivo y se afanan por él, aunque luego no hayan sabido sacarle más provecho que el suficiente para ir tirando; de ahí que en realidad esos olivos no les pertenezcan del todo, porque ha intentado adueñarse de ellos el río revuelto de tantas situaciones como en los años se han ido acumulando, Nuestros olivareros saben bastante de aparecer a veces más que como protagonistas como figurantes. Pese a todo se ha seguido invirtiendo en olivos, en unos casos por nostalgia hacia el fruto al que se han aferrado generaciones enteras, y en otros posiblemente por fe ciega en el porvenir, porque no se haya perdido del todo la esperanza en la hora del olivar.

Es tan importante y vital el olivar para Jaén que si hubiera que repartir su extensión entre todos cuantos habitamos esta provincia seguramente a cada uno nos corresponderían los suficientes árboles como para asegurarnos, al menos, el aceite del año.

En Jaén una campaña empieza cuando otra termina… Es, desde luego, un largo calvario. El agricultor se pasa los meses mirando hacia arriba, al cielo, pidiendo el agua o la ausencia de condiciones adversas. Desde la poda hasta el último proceso se intentan culminar adecuadamente en un olivar de Jaén generalmente bien cuidado. En Jaén todo el mundo es consciente de las prioridades por las que hay que trabajar, aunque a veces no se haga, pero el olivar jienense tiene sus mandamientos:

-Hay que seguir trabajando en la elevación del prestigio del aceite de oliva, de ello dependemos. Y de precios justos, rentables y adecuados a la realidad del mercado.
-Las anunciadas campañas de promoción son ahora más obligadas que nunca, a pesar de la crisis. En este sentido ha sido oportuna la realizada por la Junta y la que anuncia la Interprofesional del Aceite, siendo conscientes de que la publicidad más que un gasto es una inversión rentable.
-Es necesario seguir trabajando, pese a las dificultades, por la unidad del sector, para dar respuesta ante una competencia tan fuerte dentro y fuera.
-Se debe continuar apoyando a las denominaciones de origen, verdadero paso importante, por los procesos de calidad, que al final serán un factor decisivo para la valoración de nuestros aceites.
-Hay que ir incorporando mercados, dentro y fuera, demostrando que el aceite de oliva reúne todas las mejores cualidades que lo hacen ideal para el consumo.
-Hay que seguir apoyando el Mercado de Futuros del Aceite de Oliva, que tan buenos resultados está dando, al marcar las principales pautas del producto.
-Una de las principales obsesiones debe seguir siendo la de la calidad, pues de ella depende el cultivo a medio y largo plazo, de ahí la importancia de no confundir el aceite de oliva virgen extra de otros aceites que no lo son.
-Por lo anterior es obligado, porque no se conoce lo suficiente, ni siquiera en tierra olivarera por excelencia como Jaén, desde el punto de vista popular, ofrecer información desde la escuela, de los tipos de aceites, y sus clasificaciones, para que la cultura del aceite se generalice. Son muy llamativos y esperanzadores los desayunos con aceite de oliva que se empiezan a fomentar en los centros de enseñanza.
-También es necesario animar al sector para que tome posiciones frente a fracasos, engaños y operaciones que supusieron serio revés para el aceite de oliva y la economía de Jaén, y al tiempo se tome conciencia de la importancia de la comercialización para abrir nuevas perspectivas y para colocar a la producción de Jaén y a toda la economía olivarera en una ventajosa coyuntura en el interior y en exterior, pues para ello el primer objetivo es la solvencia.
-Hay que superar las barreras que pueda tener el aceite de oliva español en Europa y, al mismo tiempo, sin evitar la presencia de otras grasas, impedir al menos que nos perjudiquen.
-Y desde luego ser imaginativos, promover como se está haciendo últimamente, acontecimientos notables en torno al aceite, como la gran exposición Tierras del Olivo, las sesiones científicas, etc., como apoyo permanente a una riqueza que demanda acción y compromiso constante.

Lo que se demanda en este momento especialmente preocupante e histórico, es que se eche para adelante todo el ámbito cercano al sector, y ello por sí mismo, empujados en todo caso por las administraciones, más para proteger y ayudar éstas últimas que para actuar paternalmente con lo que, y otra vez a la historia nos remitimos, puede estar impidiéndose caminar sin necesidad de bastones, abandonando la parálisis que nos hace sentirnos insatisfechos y pese a todo, ay, esperanzados, quizá porque si este barco cargado de aceitunas y de aceite se hunde, naufraga toda una provincia.

“Jaén se expresa a través del olivar”

LA excesiva dependencia del olivar como monocultivo, base de la economía jienense, ha sido tradicionalmente un lastre, pero no porque el olivar nos estorbe, sino porque el excesivo conservadurismo no ha permitido que se le saque la rentabilidad y el provecho que potencialmente tiene. El olivarero de nuestra tierra se ha estado conformando con vender el aceite de cada campaña y, claro está, en recibir las ayudas, hoy provenientes de Europa desde que estamos en el selecto club donde no es oro todo lo que reluce. De modo que ya no sólo hay que mirar al cielo esperando la lluvia benéfica que agrande las cosechas sino que al tiempo es preciso hacer rogativas para que en Bruselas unos políticos más o menos combativos, a través de actuaciones como la polémica OCM, hagan lo que al fin y al cabo la mentalidad jienense no ha sido capaz de vencer. Está por ver qué pasará si finalmente desaparecieran en 2013 las subvenciones europeas, aunque ya parece que se buscan alternativas para impedirlo.
La desconfianza en nuestra propia riqueza ha sido una constante desde siempre en el discurrir de la provincia. Y se ha dejado notar prácticamente en todo aquello en lo que se ponían en juego los grandes intereses y las legítimas aspiraciones, pero en todo caso empezando por el olivar que es el emblema de la economía jienense, y mucho más que eso, un símbolo de nuestra cultura milenaria. Y el olivar define casi mejor que nada el espíritu jienense, esperar y esperar. En definitiva retrata lo que fuimos y en parte al menos lo que somos.

No vamos a negar que una buena cosecha y una igual campaña representan cada año el movimiento económico que en nuestros pueblos se siente con signos de satisfacción y de gratitud hacia el árbol que produce el aceite de oliva, hoy al fin de tan alta estima y valoración en los mercados, pero no es menos cierto que muchos de los beneficios económicos que deja el aceite emigran a otras tierras y a un sector de olivareros, legítimos, claro, pero a los que sólo hay que agradecer los jornales que proporcionan, no los euros que sabe Dios dónde se invierten. Para qué aludir al valor añadido del aceite que desde hace décadas debería haber hecho a la provincia más próspera y rica de lo que es.

Dicho lo anterior sería injusto no reconocer que algunos pasos hacia adelante se han dado. La propia Expoliva es la mejor de las conquistas de los últimos años, y su trabajo costó que no nos la quitaran en una provincia cercana, Córdoba, y los protagonistas de las luchas larvadas bien que lo saben. El sector, al menos en parte, ha reaccionado ante una mayor respuesta de las distintas administraciones, como la Junta de Andalucía o la Diputación provincial, ésta última convertida en un referente de singular apoyo a la promoción del oro líquido.
Se ha creado un ambiente en el que se estaba propiciando que al menos los mejores o los más ambiciosos olivareros jienenses trataran de movilizarse, y el resultado es significativo porque han surgido iniciativas emprendedoras que han derivado en inversiones de las almazaras, en la presentación de los aceites, en la promoción, en tratar de que el aceite de oliva esté en los mercados y en las cocinas. No ha sido una tarea sencilla y a pesar de que el salto ha resultado gigantesco en relación con la desidia jienense y la política de negación absoluta al riesgo, hay que acelerar el ritmo.

Por eso no podemos perder el tiempo en mirarnos el ombligo y creer que todo está hecho, que con Expoliva y cuatro cosas más, por buenas y útiles que sean, ya hemos cumplido. Si como dijo el Rey Juan Carlos en su presencia con motivo de la Asamblea del COI, hace ya unos cuantos años, “Jaén se expresa a través del olivar” hay que poner en el empeño confianza y seguridad en lo que ofrecemos, y desde luego evitar que desde otras provincias olivareras nos mojen la oreja a la hora de liderar el sector. No basta con querer ser capitalidad mundial del aceite de oliva, que queda muy bien, sino de ganárselo a pulso, con acciones como la mejora creciente de la calidad (por ejemplo ganando premios que es como mejor se demuestra) o difundiendo las bondades de nuestro aceite (¿dónde están las firmas jienenses en los anuncios por televisión, que es un gran escaparate?).

En definitiva, debido a la precariedad en la que siempre se ha desarrollado la vida de Jaén, supeditada en gran medida al olivar y sin una situación estable, lo urgente es una política de agresividad para evitar que salgan fuera nuestros recursos cuando el olivar puede reportar muchas satisfacciones, en una provincia donde un 80% se considera afectada por esta riqueza y aportamos, no se olviden los datos que sí son elocuentes, el 45% de la producción nacional y entre un 12-15% de la mundial. Casi cincuenta millones de árboles, que se dice pronto.
Suponemos que todo esto nos debe decir algo más y por tanto debe animarse el esfuerzo de las administraciones (el Mercado de Futuros es un buen logro) que tienen asignaturas pendientes como esos cheques en blanco para la comercialización que quedaron en brindis al sol, y es elemental la deseable unidad del sector y de las organizaciones agrarias que en tantas ocasiones, como ahora mismo con la que está cayendo, exhiben sonoras discrepancias que vienen a confirmar que en Jaén ni siquiera lo que nos interesa a todos concita defensa y consenso.

Siempre el partidismo y una respuesta agresiva y contundente salen al paso con sus efectos tan perniciosos. Los políticos tampoco se han hecho a la idea de que con las cosas de comer no se juega. El olivar es el sostén de nuestra economía que por lo dicho debemos cuidar y mimar. Está en nuestra retina el paisaje olivarero, ese mar de olivos que sugirió al poeta el apelativo de Plateado Jaén, y aunque se ha dicho que Jaén no es sólo olivos, y es verdad, poco bueno se puede escribir de Jaén si no somos capaces de dignificar a nuestro árbol, que es tanto como hacerlo con un modo de vida que forma parte de la herencia patrimonial. Aprendamos de quienes nos enseñaron, como Miguel Hernández: “Jaén, levántate brava…no vayas a ser esclava, con todos tus olivares, andaluces de Jaén”.

Expoliva, la joya de la corona

Jaén es la capital mundial del aceite. El oro líquido que es el buen aceite, el aceite de oliva virgen extra, -ojo no confundir con otras grasas-, gana adeptos en las cocinas de todo el mundo, también por supuesto en las de nuestro país, y un buen aliciente para ello es la unanimidad de los razonamientos científicos a la hora de ponderar las bondades del zumo de la aceituna, que ya se utiliza en los laboratorios de nuestras universidades para la lucha contra algunas de las principales enfermedades de nuestro tiempo, como es el caso de algunos cánceres.

Cada dos años, Jaén recibe a representantes del sector olivarero de todo el mundo, y también de sus industrias afines, para celebrar la Feria Internacional del Aceite de Oliva, que este año llega a su XIV edición, y que se espera con las mismas expectativas que en ocasiones precedentes, lo que está avalado por unos datos incontestables, en el sentido de que se ha conseguido llenar de contenido y es una clara respuesta del sector de que al mal tiempo se le debe poner buena cara con la intención de tratar de salir de este bache y en condiciones favorables.

Países de la Cuenca Mediterránea -España, Portugal, Italia, Marruecos, Túnez e Israel, Francia y Alemania…-, volverán a estas presentes, entre otras nacionalidades, en la Expoliva 2009. Este encuentro internacional, con carácter bienal, se celebra en el recinto ferial de Jaén, este año del 13 al 16 de mayo. Se prevén cientos de expositores nacionales y extranjeros entre asociaciones, productores, almazaras, empresas, profesionales del sector y administraciones públicas destinadas a la promoción del aceite de oliva, el fomento del cultivo del olivar y a la presentación de los últimos avances en la producción. La Feria del Aceite llena los hoteles de Jaén y de las ciudades de bastantes kilómetros a su alrededor pues al interés expositivo se une, de manera muy destacada, el tradicional Simposium Científico-Técnico, compuesto por cuatro foros donde se debatirán temas medioambientales, de tecnología oleícola y calidad, cuestiones económicas y sociales y un foro exclusivamente dedicado a la relación de aceite de oliva y salud. También se repite el Salón del Aceite, precisamente como reconocimiento a los grandes productos que se van elaborando y que constituyen una de las mejores caras del aceite por su prestigio a todos los niveles, también en el gastronómico y cada vez más reconocido. Baste decir que se han inscrito más de un centenar de aceites para este marco y además procedentes de todo el mundo, y como hace dos años las catas serán uno de los grandes alicientes.

La Expoliva, además, en su objetivo de proyectar la Feria y hacer que cada vez sea más aprovechada para los sectores afectados, programará misiones comerciales y hace un sitio al mundo de la cosmética elaborada con el aceite de oliva, con experiencias muy cercanas y de éxito. En resumidas cuentas este año se pretende que la salud sea el gran reclamo del oro líquido en su presencia en el grandísimo escaparate de la Feria.
Tanto en presentación de los aceites como en innovaciones de todo tipo, el olivarero, tildado y no sin cierta razón de conservador durante mucho tiempo, se ha ido amoldando a los nuevos retos, y aunque falta mucho por hacer, sobre todo profesionalizar el ámbito de esta actividad, no por ello hay que dejar de reconocer que en 26 años de Feria los cambios son dignos de resaltar tanto en el plano cuantitativo como cualitativo. Y Jaén esto lo proyecta magníficamente al mundo. El sombrío panorama de los precios no va a ser tampoco un obstáculo, sus efectos desalentadores van a dar una tregua como el gran escaparate que es de Jaén hacia el mundo, La provincia tiene un reto y triunfará una vez más como organizadora de un certamen que está plenamente reconocido y admirado. Por ello Jaén no es sólo capitalidad mundial del aceite de oliva por su producción, lo es ante todo y sobre todo porque sobre un cultivo que es tantas veces al mismo tiempo su cara y su cruz está promoviendo una mentalidad nueva basada, sobre todo, en los grandes valores de un aceite de oliva virgen extra que está de moda, cada día más acreditado como elemental en la cocina mediterránea, y con una calidad que por los valores de la alimentación y de la salud tienen hoy día mucho que ver con la excelencia. En todas estas realidades hay que seguir trabajando desde el mismo día que cierre sus puertas Expoliva 2009, aunque irremediablemente el olivar y el aceite tendrán que seguir mirando al cielo y a Europa.

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