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El Loco de la salina

A la Tapería de Javi

Hace cuatro años Javi corrió la aventura de reabrir ese local al parecer gafado por las aventuras frustradas de su pasado.

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Estaba yo el otro día dándole vueltas al coco y pensando en lo que es la vida y en cómo la historia va desfilando como una película por delante de nuestros ojos sin que nos demos cuenta muchas veces de las cosas que van ocurriendo a nuestro alrededor. Digo todo esto, porque al pasar por delante de la Tapería de Javi entré y pude ver la obra de ampliación que Javi ha hecho en lo que fue un lugar privilegiado de nuestra infancia. Calle Real 58. Allí estaba el escaparate de Emilio Salas lleno de cowboys, de fuertes de indios, de brillantes pistolas Colt 45, de llamativas pelotas y muñecas…

Allí, pegando la nariz al enorme cristal de su escaparate, elegía mis Reyes Magos y subía corriendo la calle San Diego a decirles a mis padres lo que me debían traer los Reyes en sus camellos. Era, digamos, la Edad Antigua, llena de recuerdos imborrables. De golpe mi mente se transportó entonces a la Edad Media plagada de caballeros revestidos de armaduras inexpugnables y recordé cómo al pasar por allí cogía a mi pequeño nieto en brazos y lo pretendía asustar con las imponentes figuras metálicas de aquel bar que duró no demasiado tiempo.

Hace cuatro años Javi corrió la aventura de reabrir ese local al parecer gafado por las aventuras frustradas de su pasado y destinarlo a buenas tapitas y buen vino. Impulsado por la ilusión y por la necesidad de abrirse camino en este mundo incierto, montó hace cuatro años una tapería en plena Edad Media que pronto comenzó a tener un éxito inesperado.

Hoy, después de un mes de obras, ha conseguido ampliarla ocupando también la Edad Antigua de Emilio Salas y tengo que decir que posee un encanto y un atractivo especial. Parece como si quisiera no estancarse en el tiempo y no correr la misma suerte que sus predecesores. Renovarse o morir. Y como este loco suele pasar por allí montañas de veces me he alegrado al comprobar que las cosas le van bien a un cañaílla que ha trabajado y trabaja lo suyo por salir a flote en ese esforzado mundo de la hostelería

. Y yo me pregunto y me respondo a mí mismo sobre cuál es el secreto del éxito de Javi. En primer lugar el trato agradable de sus empleados. Eso no tiene precio. Ya decían los chinos: “Si no sabes sonreir, no abras una tienda”. Fany, Esteban…siempre tienen la sonrisa a flor de piel y se desviven por los clientes con una dinámica de trabajo bien pensada. La plantilla, según me cuenta el mismo Javi, ha pasado de 5 empleados a 17, entre los cuales se ha preocupado de introducir uno que habla inglés, cosa rara en esta España tan negada para los idiomas. En estos tiempos que corren tal aumento de plantilla es un dato que hay que aplaudir con fuerza a ver si cunde el ejemplo y podemos frenar el maldito paro.

Llama también la atención la limpieza, la claridad y el hecho de que la cocina esté a la vista del que tapea. Todo esto, unido a la calidad de las tapas y a ese toque moderno de una cuidada presentación, hace que sea difícil encontrar un simple hueco en la barra o una mesa en la terraza.

Ya hay quien le pregunta a Javi que cuándo va a hacer una nueva ampliación. Los hay impacientes e intranquilos. Ha quedado bien la ampliación y el público debe acostumbrarse a la nueva disposición del local, porque todavía algunos se siguen colando en la cocina, creyendo que entran en el cuarto de baño. Tiene su pequeña bodeguita en la que se puede elegir la botella que uno prefiera y en general todo el local tiene imán y gancho.

Este loco le desea a Javi y a todos los suyos que les siga yendo bien, que continúen triunfando, que no pierdan la simpatía que les caracteriza y que sigan ofreciendo la calidad a la que ya nos tienen habituados. Un abrazo de un loco por las buenas tapas.

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