Llegó el verano y con ello las vacaciones tan deseadas por unos y otros, aquellos que afortunadamente pueden disfrutarlas. El gremio de la hostelería comienza a levantar cabeza aunque sea por un corto espacio de tiempo. Es la época de los caracoles en bares y restaurantes de Huelva y la provincia. A uno le viene a la memoria el recuerdo del caracolero mayor de Huelva, Reyes, personaje tan popular como lo fuera El Nini o Joroco, pseudostoreros de la época de antaño.
Pues bien, Reyes recorría todos los lugares de campos de la Huelva de los sesenta buscando caracoles, en los aledaños de lo que hoy es Carrefour, los once pinos, Venta Álvarez, las marismas, pasados los raíles del tren, detrás del cuartel Regimiento de Granada 34 (hoy campus universitario).
Uno recuerda a nuestros mayores, cuando nos llegaban aquellos comentarios sobre las caracoladas que se realizaban en muchos hogares, especie de guisos de caracoles en tiempos de la posguerra. Las cosas, afortunadamente, han cambiado bastante, los caracoles hoy día se comercializan, y existen criaderos y granjas, para posteriormente ser vendidos en restaurantes, bares y, también, en las pocas tabernas que van quedando.
El caracol es un molusco gasterópodo, pulmonado, previsto de concha univalva y espiral, capaz de alojar todo el cuerpo del animal. Son fitófagos (se nutren de materias vegetales y se desarrollan en ambientes húmedos). Los hay terrestres, de mar y de agua dulce. El nuestro y más conocido es el caracol común.
Este año ha llovido poco y la verdad es que los actuales buscadores de caracoles lo han pasado mal, tratando de de completar alguna que otra bolsa de burgajos, gitanas, llamadas también criadillas. Tienen fama los caracoles de Lebrija, y aunque cada vez más proliferan los criaderos, una gran mayoría nos llegan desde Marruecos. No obstante, Reyes, el buscador mayor de caracoles de Huelva de todos los tiempos, hijo de un guarda campos, aseguraba que “como el caracol del tiempo, ninguno, el caracol del tiempo le dice échate para allá a los de criaderos”.
Reyes visitaba las tabernas de Huelva de su tiempo: El Zepelín, las Ocho horas, El Perú, Casa Jacobo, La Cepa, Las Delicias, La puerta Ancha, Casa Puig, El Pozo etc. y así solía atender los encargos que le pedían, y que muchas veces eran completados con una botella de vino de Bonares.
Llegan las calores y los caracoles se convierten en uno de los platos preferidos de muchos veraneantes, tanto jóvenes como mayores que sienten una especial debilidad por degustarlos, sobre todo en las zonas costeras.
El ojo de la aguja
Caracoles
Pues bien, Reyes recorría todos los lugares de campos de la Huelva de los sesenta buscando caracoles, en los aledaños de lo que hoy es Carrefour, los once pinos, Venta Álvarez, las marismas, pasados los raíles del tren, detrás del cuartel Regimiento de Granada 34 (hoy campus universitario)
- Juan Bautista Mojarro
- El ojo de la aguja
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