De Spin-Off a renombre internacional”, decía (más o menos) un titular. De salpicadura (traducción literal) a renombre internacional: un gran salto cualitativo. De “proveniente”, de “procedente”, de “diversificación”, (acepciones derivadas) a renombre internacional. Sigue siendo un gran salto. Particularmente cuando el Ministerio de Economía reconoce como “innovadora” a la empresa andaluza “Pyme Teams”. El Gobierno de las Españas, tan poco dado a reconocer calidades en Andalucía, más acostumbrado a cercenar cultivos en servil obediencia a los intereses corporativos europeos, debe haberse visto forzado; le debe haber resultado imposible seguir ignorando el nivel de una empresa nacida de los laboratorios de investigación de la Universidad Hispalense, porque es imposible ignorar el puesto alcanzado en investigación por ésta y la de Granada, colocadas en segundo y tercer puesto, respectivamente, en productividad. Y eso que ninguna está al norte de Despeñaperros.
Ha resultado imposible ignorar al único laboratorio español, y una de las únicas cuatro empresas europeas, proveedores de primer nivel de Airbus. Aunque se llame “Tier One” al primer nivel, que para eso nos exigen inglés, para que entendamos adjetivos y sustantivos irreconocibles. Que el nivel de lo obtenido parece más nivel en el idioma de “Chéspir”. ¡Qué nivel! El primer idioma del mundo en número de palabras, el segundo más hablado en número de hablantes requiere traducción, para que un primer nivel en investigación pueda quedar en “salpicaduras”. Será por cuanto nos salpica el menosprecio a nuestras propias expresiones, a los recursos lingüísticos más ricos, con definición para cada cosa, para cada hecho, sin necesidad de recurrir a tan pobres enunciaciones. Con razón Europa se ríe de nosotros. Se aprovechan, nos utilizan, vienen a tirarnos monedas, a modificar nuestras costas, a amputar nuestros cultivos y nuestra ya escasa industria. Y hasta eso lo dictan en inglés. Motivo sobrado para tomarnos a choteo; para unas veces advertir y otras apretar la oreja en tirón hasta que duela -las de los políticos deben ser de plástico o prolongación del rostro-, por los grandes errores-horrorosos como los desahucios, diversión máxima de pequeños y grandes especuladores. De los desahucios en riesgo de exclusión, ya advirtieron muchos jueces. Pero, por pura coherencia, si no hacían caso a los de fuera no iban a hacérselo a los de dentro. “Pura coherencia”, no tanto como obedecer servilmente a los intereses de la clase dominante y dictar leyes para facilitarlos, aunque no haya puentes para tanta exclusión.
Ahora, el sistema de tramitación judicial “Adriano” tendrá acceso a información de los servicios sociales, cuya información de las familias más desfavorecidas servirá de poco, mientras sigan recomendando vivir en una habitación (por más que lo disfracen con el eufemismo de “vivienda compartida”). Ya que viste tanto… ¿darán, al final, las sentencias en inglés? Menos mal que, pese a tanto disparate gubernamental, alguna Universidad y alguna empresa consiguen destacar. ¿Cómo sería, si dejaran vivir a las familias y a los investigadores?