Desde que el mundo es mundo, han ocurrido hechos y aconteceres que han demostrado una y otra vez, que algunas personas han tenido verdaderas dificultades de leer correctamente el signo de los tiempos, lo que comúnmente les ha puesto en una difícil situación y sobre todo como se suele decir, lo han dejado en una posición de fuera de juego. Cuestión que no es baladí y que demuestra la dificultad como se dice vulgarmente de “estar en el sitio justo en el momento adecuado”.
El otro día me encontré con mi amigo Pepe, recuerdan, aquel que tenía un negocio y que por el devenir de los tiempos tuvo que pactar con un socio para seguir manteniéndolo abierto, que después de un tiempo le resultó rana y que además intentó hacerle la vida imposible, aunque no lo consiguiera.
Está que trina, resulta que ahora una socia de su anterior socio, está despotricando de aquella manera, aireando algunas de las deudas que aún tiene, que además para más inri se aumentó –creo que en torno a 30 millones de euros– como consecuencia de la nefasta gestión que ella misma llevó a cabo que, para remate de los tomates, miente como un bellaco, sin importarle el daño que puede ocasionar, diciendo que la deuda que tanto trabajito le está costando pagar a mi amigo ha aumentado. Como él suele decir “ver para creer”.
Yo le dije que se tranquilizase, que no se cabree en exceso, que como dice el dicho “las mentiras tienen las patas muy cortas”, y que la gente que miente tanto tiene que abrir las puertas de espaldas, pues al igual que a Pinocho, les crece en exceso la nariz. Él me contestó que sí, que hace lo imposible por contenerse, pero que si hablar y decir tonterías costase dinero, más de uno y una estaría en la ruina, comentándome a modo de ejemplo: es algo parecido a lo que el PP había dicho semanas atrás con respecto a la deuda que mantiene este ayuntamiento. Mentira tras mentira sin ton ni son, y que al igual que la socia de su socio, hablaba sin un documento que corroborase lo que estaba diciendo, echándole la culpa a quien ahora gobierna y está pagando los platos rotos del mal gobierno de épocas anteriores, algo que ellos fueron incapaces de hacer cuando gobernaron.
Cuando se marchó –no sin antes darme un abrazo– me quedé pensando en la razón que tenía mi amigo de estar enfadado. Y es que hay gente que “miente más que habla”, sin importarle el daño que puede hacer a los demás, sólo les interesan sus propios intereses personales y partidistas, muy por encima del bien común –por más que diga lo contrario–, echándole un morro que se lo pisa, lo que en más de una ocasión le hace a uno sentir vergüenza ajena. Qué le vamos a hacer, así es la vida y como suelo decir “así hay que aceptarla”, por más que nos pese que existan personajes de tales hechuras que además presumen de lo que no son y sobre todo, de “no predicar con el ejemplo”, porque, por más que digan lo contrario, no fueron capaces de hacerlo cuando pudieron, lo que les supone un cacao mental de tal magnitud que les hace vivir en un mundo virtual, más parecido a los mundos de Yupi que a la sociedad actual, haciendo propuestas peregrinas, incongruentes, trasnochadas, en definitiva hablan por hablar.