Gracias

Hoy quiero dar las gracias. Creo que no hay una palabra más bonita que esta. Es el mejor regalo que podemos hacer después de que nos presten un servicio o te ofrezcan ayuda sin pedir nada a cambio. Gracias por ser, pero sobretodo, por estar. Quién me conoce sabe de lo que hablo, sabe de los meses tan duros que he pasado y que quedarán para el recuerdo como una anécdota más en unos años. Los deportistas sabemos que las lesiones forman parte de la carrera deportiva, pero nunca esperamos sufrirlas en primera persona. Hasta que te llega. De la noche a la mañana. Sin esperarlo. Y de estar al nivel que estabas, pasas a no ser nadie. Pasas a no poder aportar nada nuevo a tu equipo. Pasas a noches en vela pensando por qué a ti. A dolores insufribles que mejor no recomendar. A visitas al quirófano repentinas. A mañanas de un largo verano luchando por recuperar la movilidad en tu codo. Y aún así tienes que dar las gracias. Sí. Aún así, yo he pensado en estos meses atrás que he sido afortunada. Y cuando lo he pensado es porque lo he sido. Y os voy a explicar por qué. En estos meses sin poder utilizar mi brazo derecho, me acordaba de todas esas personas, que en su día a día viven con una limitación y tienen que adaptarse cada día al medio. Quizás estamos acostumbrados a tenerlo todo y a no saber apreciar lo que verdaderamente tiene valor en esta vida. Somos muy afortunados, el problema es que buscamos siempre más de lo que ya tenemos. ¿Y para qué buscar más si tengo una familia y unos amig@s que valen su peso en oro? Gracias a ti que has sido mis manos en este tiempo y has tirado bien fuerte para levantarme de esta gran caída. A mis padres y mi hermana, que me han puesto todo por delante y no me ha faltado nunca nada. A mis amigas por ser la risa que necesitaba en todo momento. Y a todos los que de una forma u otra, os habéis acordado de mí en este tiempo. Me levanté mucho más fuerte de lo que caí, ahora tan solo falta demostrarlo.