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Hueste

Condena descafeinada

Pero, cada vez somos más los que ponemos voz a estos animales que, en muchos casos, forman parte de nuestra familia

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El pasado lunes tuvimos conocimiento de la resolución del Juzgado de lo Penal número 14 de Málaga que condena a la presidenta de Parque Animal de Torremolinos a la pena de tres años y nueve meses de prisión y multa de 19.800 euros, por los delitos continuados de maltrato animal, falsedad e intrusismo profesional, por el sacrificio “masivo” e “indiscriminado” de perros y gatos. Aunque para muchos puede parecer una sentencia ejemplarizante, para los amantes de los animales es insuficiente e incomprensible. Para los que, como un servidor, tenemos un perro en casa, y recibimos su cariño diario es hasta humillante.

Duelen los ojos al leer algunos párrafos de dicha sentencia y es inevitable pensar cómo han podido suceder estos hechos y durante varios años. Según consta en el documento judicial, los sacrificios “se realizaban sin control alguno veterinario”, y la acusada supuestamente inyectaba “sin previa sedación y por vía intramuscular los productos eutanásicos”, suministrando una dosis menor del medicamento de la indicada para producir una muerte indolora, lo que provocaba “una muerte lenta y con dolorosa y prolongada agonía", según la resolución.

Respetando la sentencia, resulta increíble lo barato que a esta señora le va a salir todo. No se entiende como en pleno siglo XXI pueden pasar cosas así y que escapen al control. Y lo que es peor, que se hiciera por presuntos fines económicos a costa del sufrimiento gratuito de los animales.  ¿Cómo es posible que nadie viera ni escuchase nada?  ¿Por qué se tardó tanto en denunciar? ¿Por qué se permitió durante tanto tiempo? ¿Por qué esta organización seguía logrando ayudas del Ayuntamiento sin el control necesario? ¿Justifica el silencio la necesidad de mantener un puesto de trabajo?

Por suerte, se trata de un caso aislado, doloroso y triste, pero aislado, porque es justo resaltar la labor que realiza la gran mayoría de las organizaciones y protectoras, pese a la saturación, debido a la irresponsabilidad de algunos en el trato con los animales; y la falta de recursos económicos y humanos. 

Pero, cada vez somos más los que ponemos voz a estos animales que, en muchos casos, forman parte de nuestra familia.

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