CORAZÓN DE TINTA (Inkheart)
Calificación: *
Dirección: Iain Softley.
Intérpretes: Brendan Fraser, Paul Bettany, Sienna Guillory, Helen Mirren, Jim Broadbent, Andy Serkis, Eliza Hope Bennett , Rafi Gavron, Jennifer Connelly .
EEUU-GB. 2008. 105 minutos.
El fenómeno literario, y posteriormente cinematográfico, del Harry Potter de J.K.Rowling, ha despertado el interés por otras creaciones de la literatura juvenil fantástica como vehículo de atracción a los cines. Es el caso de Las crónicas de Narnia, La brújula dorada, City of Ember, Las crónicas de Spiderwick, Eragon o Los seis signos de la luz. Todas ellas han deparado resultados más que aceptables en taquilla, hasta el punto de prolongar su éxito con diferentes continuaciones, aunque sin llegar al nivel del mago de Hogwarts. El caso más reciente de esta aproximación al universo fantástico juvenil procedente del mundo de los libros es Corazón de tinta, que adapta una novela de la escritora alemana Cornelia Funke editada por primera vez en 2003.
El punto de partida posee su originalidad, ya que nos habla de cierto don en posesión de una serie de personas, los picos de oro, con capacidad para traer a la vida real a los personajes de los cuentos que leen en voz alta. Sin embargo, más que un don es una maldición, ya que por cada personaje liberado hay una persona del mundo real que queda atrapada en el relato.
El protagonista (Brendan Fraser -qué fue de aquel prometedor actor de Dioses y monstruos, incluso del intrépido aventurero de La momia-) es un restaurador de libros que posee el don. Una noche, mientras lee un libro a su hija recién nacida, su mujer desaparece del dormitorio para siempre al tiempo que recibe la visita de unos peculiares bandidos que le arrebatan el libro que leía. Durante años viaja por todo el mundo en busca de un ejemplar para volver a leer e intentar recuperar a su esposa, pero en ese tiempo los propios personajes han aprendido a escapar y a intentar propagar su mal por el mundo.
No obstante, la aparente originalidad de la propuesta argumental carece de inventiva y de ritmo plasmada en imágenes, ni hay entusiasmo en los personajes, ni contagian, ni entusiasman con su búsqueda y su lucha contra los secuaces de Capricornio, el pérfido antagonista.
Y no es sólo culpa de su regularmente aburrido director, Iain Softley (K-Pax, Las llaves del mal), sino de un destacado reparto que no termina de creerse ni su papel ni los avatares de la historia (irreconocibles Helen Mirren y Jim Broadbent, por cierto). Sólo el cuarto de hora final salva la función de su mediocridad con un colofón vibrante y algo de mordiente.