El próximo miércoles es una fecha señalada de forma distinta en el calendario. Y no precisamente por ser el día de San Valentín, llamado también de los enamorados, y al que algunos le llamamos el día de los grandes almacenes. ¿Habrá cosa más absurda que regalarle algo a tu pareja en un día concreto, para demostrar algo que hay que demostrarlo cada día? No, ya les digo que no es por eso. Quien me conoce sabe que a San Valentín (el día) no le dedicaría ni una sola línea.
Se trata del Miércoles de Ceniza, día en el cual comienza la Cuaresma, época que esta ciudad y gran parte de los sevillanos viven de una forma muy particular y distinta. A poco que la Cuaresma avance, los rasgos de la ciudad cambiarán y en el interior de los templos comenzarán a descubrirse los signos de la Semana Santa que se acerca. Ya saben, a partir del próximo miércoles sólo cuarenta días nos separarán del Domingo de Ramos.
Hay debates que comenzarán a abrirse -como cada año- que no conducirán a nada. Otros que durarán lo que dura esta Cuaresma. Dimes y diretes, dimisiones y cambios, novedades y tradiciones… Nada nuevo bajo el sol.
Y torrijas, muchas torrijas. Que no falten nunca. Tantas como pregones o carteles.
Pero sin duda algunas cosas que van a pasar en la próxima Semana Santa no dejarán indiferente a nadie: de un lado el cambio radical de la Carrera Oficial en el Martes Santo y de otro las nuevas medidas de seguridad que el Ayuntamiento va a poner en marcha principalmente para la madrugada del Viernes Santo.
Este último asunto esperemos que sea para que no vuelvan a suceder los hechos que han venido acaeciendo en los últimos años. Sucesos los cuales, me refiero a los del año pasado y a pesar de las explicaciones que dio el Cecop, siguen estando cubiertos de un cierto hálito de misterio o al menos de desconfianzas. Yo milito en ese bando: en el de aquellos que ponen en duda que el sonido fuera el culpable de todo lo sucedido y que la transmisión del mismo, a pesar de los estudios realizados por un ingeniero experto en la materia, pudiera recorrer el dédalo de calles y las distancias entre unos focos de los altercados y otros. Lo siento, valoro el trabajo de los responsables del Cecop y no dudo de su capacidad, pero la explicación que se dio en su día aún me sigue pareciendo difícil de creer. Como tampoco creo en conspiraciones más propias de novela de misterio. Por mi parte entiendo que se trata de otras causas, que no adivino a poner en pie, pero distintas a la explicación oficial.
Esperemos, por el bien de todos, que nada de esto vuelva a suceder.