Ferias en Torremolinos
Las Ferias de Torremolinos, además de ganadas a pulso tras un verano de impaciencia, son un refresco para los que desde lejos vienen a contemplarlas.
El santo sube palmeado presidiendo el cortejo que sólo consiste en pueblo y alegría; pero sana alegría que ya aparece en este mundo de hoy como una rara lotería. La etnia de este grupo social está configurada por San Miguel y no puede destruirse sin destruirlo. Ya se sabe que las creencias, que al tiempo son costumbres, tradiciones y sentimientos, no admiten bromas y el que intente cambiarlas lo pagará caro a manos de la gente. A mí me hace gracia este arcángel que era una alta graduación en el ejército celestial y sin embargo se representa como un adolescente pletórico de vida y en cierto modo aniñado con su espada de juguete. Hay que reconocer que la iconografía tiene sus secretos y aficiones a las que no es tan fácil llegar sólo con el empeño.
Sube, pues, contento hasta el pinar donde lo van a festejar con una misa y unos cánticos más alegres que solemnes y otra vez se bajará al centro del municipio a contemplar la actividad de los paisanos.
Yo he celebrado siempre las ferias de San Miguel en mi pueblo castellano y a su alrededor se forjaba el doloroso espectáculo de la despedida de las vacaciones.
Llovía tanto en estas fechas por las tierras manchegas que tuvieron que trasladar el patronazgo a San Bartolomé, el apóstol despellejado por manos impías, que en 24 de agosto se muestra más complaciente.
Por eso me agrada esta romería de Torremolinos y me remueve recuerdos que siempre son agradables a pesar de la nostalgia. Mi verdadero patrón desde una biografía recordada podéis suponer que es este militar alado, mitad guerrero y mitad espíritu, que revolotea ágil por la espontaneidad de nuestro municipio. Este año en el pregón de aquellas fiestas he hablado de estas tierras y ahora en mi columna lo hago del sol irredento de aquellos páramos sedientos; todo un símbolo de la división de mi arraigo.
Me gustaría saber qué piensa y a dónde inclina el sentimiento nuestro San Miguel cuando mañana se sienta removido de su urna cómoda y lo saquen al ajetreo. Las Ferias de Torremolinos, además de ganadas a pulso tras un verano de impaciencia, son un refresco para los que desde lejos vienen a contemplarlas. Se va corriendo el boca a boca y se nota cada año una afluencia creciente. Seguramente hará falta una propaganda más concentrada teniendo en cuenta que se hace un favor al que llega a estas tierras a restaurarse. Contemplar a un vecindario en marcha es todo un espectáculo para la mimética.
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