Con el trabajo ímprobo que costó la introducción de la Ilustración en España ha surgido un grupo de nuevos esotéricos que quieren retrotraer al país al periodo tenebroso de “cerrado y sacristía”. El rey Carlos III se ha llevado el timbre histórico de haber favorecido el esplendor de “las luces”, eso sí, desde el despotismo. Su último sucesor en el trono, Felipe VI - tras dos repúblicas, dictadura, guerra, exilios reales y un rey de Saboya, de nombre Amadeo- contempla el surgimiento de las teorías del ocultismo, reñidas con la ciencia y la razón, por las que luchó su lejano antecesor.
El premio gordo se lo ha llevado el ex ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, el de la policía patriótica. Con la gente que hay que se quiere cargar a este país no se le ocurre otra cosa que desvelar una presunta conversación -el papa emérito ni ha confirmado ni desmentido- con el anterior papa Benedicto XVI en la que éste le da la primicia: “El diablo quiere destruir España”. Pero en el desvarío le han seguido personas estimadas por la opinión pública como respetables, por las posiciones que ocupan o sensatas por sus trayectorias profesionales. Así el rector de la universidad católica de Murcia dice que intuye una conspiración entre el multimillonario y cofundador de Microsoft, Bill Gates, y el magnate George Soros para implantar chips en las vacunas contra el coronavirus, acusándolos de “esclavos y servidores de Satanás”. Pero, ¡Por Belcebú y su corte infernal! no acaban aquí los desvaríos. El cardenal Cañizares se refiere a los fetos abortados para investigaciones para vacunas del coronavirus y Miguel Bosé y Bunbury se unen a este coro irracional juntando los micro chips, los nano bots, las vacunas, el 5-G, la Organización Mundial de la Salud y la conspiración mundial de Soros y Bill Gates. ¿Porque cerraron los manicomios? se ha oído gritar en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Sin duda Lucifer los castigará por sólo plantear la pregunta.
Kant, cuando le preguntaron qué era la Ilustración, contestó: “La Ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad…La liberación de la superstición se llama Ilustración”. Han pasado ya más de 200 años desde que lo escribió en la prusiana Köninsberg, hoy Kaliningrado rusa.