Juan José Millás escribió un libro que iluminó un camino que estaba muy oscuro y reivindicó un caso que fue destacado casi como un caso político, no como realmente fue. “Hay algo que no es como me dicen. El caso Nevenka Fernández contra la realidad”, era el título de la obra de Millás de 2004. Ahora Netflix ha puesto en pantalla una miniserie sobre el caso que, 20 años más tarde del suceso judicial, pone los pelos de punta por muchos motivos.
Nevenka ganó judicialmente, tras inverosímiles dificultades a los ojos de hoy. El cinismo del acosador queda retratado como un ejemplo de la prepotencia y la dominación abusadora, que niega hasta la saciedad del cara dura profesional cualquier evidencia. El fiscal - García Ancos - se convierte en los interrogatorios en el segundo acosador; en el tribunal, el representante del derecho, la ley y el pueblo se comporta como acusador de la víctima -sin el menor atisbo de rubor-. Como muestra: “Eso es lo que pasa normalmente, ….¿Por qué usted que ha pasado ese calvario, (...), usted que no es la empleada de Hipercor que le tocan el trasero y tiene que aguantarse porque es el pan de sus hijos, (...) usted que no es una empleada de una farmacia o cualquier sitio, por qué no dice “se acabó, me voy, y ahí se queda el puesto de concejal?””. Fue sustituido -ante el escándalo- por sus superiores.
La concejala del PP de Ponferrada, acosada por el alcalde popular -Ismael Álvarez - ganó el pleito pero se tuvo que marchar fuera de España para huir del rechazo social mayoritario de los conciudadanos de su población, que se manifestaron en masa contra ella. Han transcurrido 20 años y -justo es decirlo- la situación ha cambiado por la batalla que comenzó Nevenka y que continuaron otras muchas. Lo hizo. Demandando con nombre y apellidos. Tuvo un coste enorme para ella acusar a un jefe político y de trabajo. El movimiento Me Too (Yo También) tiene un mérito enorme, pero salen casos del pasado. Acusar, como lo hizo Nevenka Fernández, en el momento exacto en que le sucedía el acoso sexual, político y laboral, le costó sufrimientos sin límites y la salida de España, para blindar su vida de la incomprensión. Maribel Sánchez-Maroto y Ana Pastor -antes Millás- le rinden el tributo que la sociedad española no hizo.
