Llevaba tiempo deseando hablar con él, y contarlo en este periódico, sobre la situación política, sobre los contactos para la formación, o no, del nuevo Gobierno, y he aquí que he encontrado una excusa. Está de actualidad ahora porque presenta en el teatro Olivares Veas el cartel de Semana Santa, que este año corresponde a la Hermandad del Dulce Nombre, coincidiendo con el cuatrocientos setenta y cinco aniversario de su fundación.
Antes de empezar a hablar me explica con su habitual afán por lo exacto que la Hermandad se llama exactamente del Dulce Nombre de Jesús, Santísimo Cristo de las Penas y Nuestra Señora de la Quinta Angustia. Anotado queda.
¿Quién le ha encargado esta presentación, que imagino le será grato por la vinculación de su familia con esta Hermandad?
—Como muchas personas, María Dolores García de Veas, hermana mayor del Dulce Nombre sabe que yo estoy aquí –aquí es el hotel Peña de Arcos, donde estamos hablando- de ocho a diez, así que una mañana se presentó y me pidió que hiciera la presentación, que, en efecto, acepté como una grata encomienda precisamente por esa vinculación familiar que tú dices.
¿Y de dónde arranca esa vinculación?
—-Que a mi me conste de mi padre en adelante. Somos ya cuatro generaciones. Fíjate hasta qué punto que he preparado para el acto un montaje fotográfico donde aparecen mis padres, mis hermanos, mis hijos, algunos sobrinos, sobrinos nietos… Quiero hablar de todo eso introduciendo alguna anécdota que no te voy a contar aquí porque se trata de que vayan a ver el acto, no de que lo lean aquí. Sí voy a contarte que durante la mitad de mi vida, en mi vida de soltero, he dormido bajo una foto del Dulce Nombre. En la habitación de los solteros de la casa de mis padres había dos fotos, una del Niño y otra de la Virgen. Y otra cosa: hice la Primera Comunión en San Francisco, con la imagen del Dulce Nombre en el altar mayor y con el discurso homilía del sacerdote Don Fernando Rollán García-Donas.
¿Y procesiona en Semana Santa?
—Llevo sesenta y siete años como hermano, pero desde mil novecientos noventa y tres no me visto. Un año antes se me quedó pequeña la túnica, y cuando mi mujer me dijo que iba a hacerme otra le dije que no, que no quería una nueva túnica que podría servirme de mortaja. No, en serio: es que ya a determinadas edades se hace mucho más pesado el recorrido. Y hablando de túnicas: este año estamos muy ilusionados en mi casa porque mi nieta va a salir en la procesión, ya tiene su túnica preparada.
Tiene una sólida formación religiosa, ¿no es cierto?
—Hombre. Soy de una familia de cristianos viejos. Estudié diez años en Los Salesianos, siete en Utrera y otros tres en el Colegio Mayor Salesianos de Sevilla. En Utrera oía misa diaria, y los domingos en dos ocasiones. Nuestra cultura occidental y nuestra civilización tienen unas raíces cristianas que impregnan la moral, el estilo de vida y la cultura, y condicionan nuestra respuesta ante determinadas circunstancias. Si en Arcos hay una celebración realmente importante, esa es la Semana Santa. Al principio de mi carrera política dije que en Arcos y en febrero ya olía a Semana Santa. Es verdad que entonces no había Carnaval, pero aquello era exacto. Los bollos típicos, que ahora se elaboran todo el año, eran exclusivos de aquella época. Recuerdo de las Cuaresmas de mi infancia la tradición de comer bacalao con garbanzos el Viernes Santo, y muchos viernes de ese periodo. La Semana Santa, además, era la ocasión en que venían al pueblo las personas que vivían en el campo, que tenían en Arcos un cuarto y una alcoba para venir a ver las procesiones o algún día de la Feria de San Miguel.
¿Cómo ve la asistencia de miembros de la Corporación, en calidad de tales, a las procesiones?
—Durante mis años de Alcalde no asistí como Alcalde a ninguna procesión. Tengo un profundo respeto por la Iglesia, pero entiendo que ambos estamentos, iglesia y política, deben tener su autonomía. La Corporación de mi etapa municipal acordó acudir a los actos religiosos que tuvieran, además, un carácter civil. Me estoy refiriendo a las funciones de la Patrona y el Patrón, y por supuesto a la renovación del voto a la Inmaculada. Yo asistía a algunas procesiones, por ejemplo al Corpus, a título personal, “como un mal cristiano más”. Y por supuesto salía con mi Hermandad, con el Dulce Nombre que trajo de Roma Clemente Antonio de Baena cuando fue a pleitear sobre la antigüedad de nuestras dos grandes iglesias.
Es usted un gran lector. ¿Qué lee ahora?
—Uno de mis hijos me ha traído Juego de Tronos en nueve tomos, así que tengo lectura para dos meses por lo menos. Me parece una obra entretenida, con infinidad de personales. Esta obra habla de las relaciones de poder, de la brutalidad de otras épocas de nuestra Historia. Por desgracia brutalidad existe hoy también. Pensemos en lo de Siria, por ejemplo.
Y un lector diario de la prensa, ¿no?
—Sí. Mira. Leo todos los días el Diario de Cádiz. Me interesan mucho las noticias provinciales, sin duda porque en mi etapa de Presidente de la Diputación era imprescindible estar al día de todos esos asuntos. Ya para informarme sobre política nacional o internacional leo El País, sus noticias y artículos de opinión. El Mundo lo leo también, pero con cierta prevención, para que no me “infecte” demasiado.
¿La pasión por los crucigramas puede venir de una necesidad de ordenar las cosas, de poner en orden palabras y actos?
—Yo siempre he sido muy ordenado, tanto en mi trabajo como en mi casa. Yo me compro la ropa, y la ordeno, así como mis papeles. No sólo los míos, sino los de mis hijos. Mi afición a los crucigramas viene del Bachillerato, que lo hice por el Plan del 57. Luego seguí con la afición en los años de Carrera. A veces no cogía el autobús para tener dinero para el periódico y poder leer y hacer el crucigrama. Además, teorías médicas informan que es bueno para la prevención del Alzheimer, porque ejercita la mente.
¿De qué está más orgulloso en su carrera política?
—Es un orgullo que no es mio particular, sino colectivo. Me refiero a todos los que participamos en nuestra Transición política, ahora tan denostada en algunos ambientes políticos. A mi me toco encabezar al PSOE de Arcos y es preciso reconsiderar todo lo que se consiguió gracias al sacrificio de muchos. Después nos tocó muy jóvenes hacernos cargo del Ayuntamiento desde las primeras elecciones locales, en el setenta y nueve. Hoy que se dice que la gente joven no está preparada quizás sea bueno recordar que la edad media de los gobernantes de aquella Corporación era de veintiocho años. Creamos un Ayuntamiento nuevo, porque no existían los Servicios Sociales, ni Cultura, ni Deporte, no había técnicos cualificados en Urbanismo. Hubimos de crear todas esas áreas. Teníamos muy asumidos los tres grandes problemas sociales de nuestro pueblo: la falta de viviendas sociales, el paro y la Educación. En viviendas sociales logramos que se construyeran más de seiscientas. Todavía hay personas que a veces me paran por la calle y me dicen: gracias a usted yo tengo una vivienda como Dios manda. Y yo les digo siempre lo mismo: gracias a mí y a otros muchos que trabajaron para conseguirlas. En el paro, aunque un Ayuntamiento no tiene capacidad para acabar con esa lacra, logramos crear sistemas para paliarlo; y en Educación se construyeron colegios como Juan Apresa, Juan XXIII o Riofrío.
Como usted ha dicho antes, es verdad que hay cierta corriente de opinión que habla de que la Transición fue un fiasco. ¿Qué le parece?
—Yo creo que tiene que ver con la crisis, que ha afectado a muchas familias y ha dado lugar a que se entienda que hay que ensayar otras políticas. Así se llega a la conclusión de que todo lo pasado es malo, cuando no es cierto. Si comparamos la España de los años setenta con la del siglo XXI veremos una gran diferencia: ahora hay salud pública, educación general para todos los niños y jóvenes tengan o no tengan recursos económicos; se ha abolido la Beneficencia porque ahora existen pensiones no contributivas; se han creado infraestructuras, carreteras, trenes, aviones. Los mayores años de progreso en España son los que van desde la aprobación de la Constitución hasta la entrada de este siglo. Luego vino la crisis, pero no se puede tirar por la borda todo el bagaje de la Transición, un avance que no se había dado antes en la Historia de España.
¿Tuvo miedo el 23-F?
—No me dio tiempo. Te explico: yo estaba en Grazalema, en una reunión de Alcaldes serranos. Habíamos conseguido que nos designaran como Comarca de Acción Especial, lo que significaba una buena cantidad de millones de pesetas para infraestructuras, y los Alcaldes andábamos distribuyendo los más de cien millones de pesetas que nos asignaron. Alguien se acercó al Presidente de aquella reunión y le comunicó que Tejero había asaltado el Congreso, pero nosotros continuamos la reunión. Ya a las ocho de la tarde el Presidente del acto nos dijo que cada uno a su Ayuntamiento. Lo primero que hice fue llamar a casa de mi madre para interesarme por mi mujer y por mi, entonces, único hijo. En casa de mi madre no había nadie y llamé a mi hermana María Fernanda, que antes de yo decirle nada me dijo: “Tranquilo que tu mujer y tu hijo están aquí, en mi casa”. Cuando llegué al Ayuntamiento estaban todos los Concejales del PSOE y del PCE, y estuvimos esperando acontecimientos. Los chavales de las juventudes socialistas y comunistas se acercaron al Paseo para vigilar si había movimientos en el Cuartel de la Guardia Civil, con instrucciones para avisarnos por teléfono si era el caso. Ya cuando habló el Rey y la situación parecía medianamente controlada nos fuimos cada uno a su casa. Precisamente cuando la situación estaba controlada fue cuando me llamó el Jefe de la Policía Local y me dijo: “Señor Alcalde: los treinta y tres agentes de la Policía Local están a su disposición”. Yo antes de colgarle le dije: “A buenas horas, mangas verdes”. Así que eso: no sé si fue la inconsciencia de la juventud, pero no tuve miedo. No me dio miedo.
¿Qué le parece la institución monárquica?
—Vamos a ver. Se entiende que el modo natural de organización del Estado es una República, donde el titular es elegido en urnas y no lo es por razones de sangre. Pero en España las experiencias republicanas no han sido buenas. Y hay que tener en cuenta que Juan Carlos consolidó la democracia, fue consciente de que debía renunciar a un poder total y dejó a la Monarquía como un símbolo. Como persona, Juan Carlos I es un hombre dicharachero. Yo he departido con él en alguna ocasión y siempre me ha parecido un hombre agradable. Otra cosa son sus defectos como cualquier persona. Muchas veces no ha calibrado sus actuaciones, me refiero a lo de Botswuana. Estábamos en plena crisis y su ejemplo fue nefasto. Luego lo de su hija y su yerno, que han hecho mucho daño. Pero eso no quita que su papel en la consolidación de la democracia y en la neutralización del Golpe de Estado fue decisivo. Se merece un lugar muy digno en la Historia y hay que agradecerle su renuncia para que su hijo Felipe de un nuevo vigor a la institución. Precisamente Felipe, el nuevo rey, no se ha metido en ningún charco y el papel institucional que está jugando en estos momentos para formar Gobierno es impecable. Quizás si tuviésemos un Presidente de República, que lógicamente habría salido de algún partido político, no será tan impecablemente neutral.
¿Cómo ve la actitud de los principales líderes políticos en los contactos para formar Gobierno?
—-La actitud de Rajoy me parece impresentable. No ha habido nadie que se haya negado a una solicitud del Rey, y él lo ha hecho en dos ocasiones. Está detrás de la mata esperando que Pedro Sánchez se estrelle. Por otra parte le está saliendo toda la corrupción, con los episodios de Madrid, Valencia… Pedro Sánchez ha obtenido los peores resultados de la historia del Partido, pero aceptando el encargo de formar gobierno se ha convertido en el centro político. Está intentándolo a derecha e izquierda, con Podemos y Ciudadanos. Lo tiene muy complicado, porque la actitud de Pablo Iglesias, pretendiendo ser un Presidente bis, es descabellada. Ciudadanos representa un papel más atractivo, intentando que se llegue a un acuerdo, pero tengo la sensación de que no se muja. Tiene que decidirse, optar. Dentro del conjunto de fuerzas la que me parece más razonable es Izquierda Unida, que desgraciadamente tiene dos diputados nada más. Ellos hablan de programa, sin imponer condiciones ni exigencias. Me parece que todos, sin excepción, están pensando en unas próximas elecciones.
Pablo Iglesias exige el referéndum en Cataluña. ¿Cree que el PSOE está siendo rotundamente claro a la hora de defender la unidad de España? Lo digo porque a veces se les ha acusado de nadar y guardar la ropa.
—No hombre. En el PSOE está claro que la unidad de España es incuestionable y así se dice en las intervenciones. La soberanía reside en el pueblo español. Fíjate que nuestro partido es socialista, obrero y español. Además, vivimos tiempos de internacionalización. Volver a los reinos de taifas no es lo más adecuado, y lo digo con mi respeto a los catalanes que piensan lo contrario. Se ha sesgado la Historia y se dicen cosas que no son. Por ejemplo: “España nos roba”. Todos sabemos el proteccionismo durante centurias para favorecer a la industria catalana y vasca. Las Comunidades Autónomas tienen que ser solidarias entre sí. Los intentos de romper la caja única de la Seguridad Social significan un intento de empobrecer a unas zonas en beneficio de otras. Por tanto el PSOE no debe entrar, ni va a entrar, en referéndums. Creemos en España unida, pero no de un modo patriotero, sino unida en la solidaridad, cada zona con su idiosincrasia, con sus costumbres, y, en las zonas donde las hay, con sus lenguas propias.
Pronostique: ¿habrá gobierno o iremos a elecciones este verano?
—No me gustaría que hubiera nuevas elecciones. Sería un fracaso. Yo creo, como Felipe González, que ninguno de los dos grandes partidos debería oponerse a que gobierne el otro. De todas formas, con lo que estoy escuchando y leyendo, creo que vamos a unas nuevas elecciones.