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Arcos

Los cobardes

"Siempre les dice uno lo mismo: critiquen sin insultar, señalen sin herir. Y sobre todo, hagan el favor de poner sus nombres"

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Algunos de ustedes saben que mantengo una pugna abierta con los comentaristas de noticias que se dedican, amparados en la cobarde sábana del anonimato, a insultar a las personas, a menospreciarlas o a lanzar sobre ellas veladas calumnias. Me parece que su actuación es repugnante y da muestras del odio y la inquina que anida en algunos corazones tullidos de agua limpia, de sanos sentimientos.

Que sale Ai-Pro dando una rueda de prensa, ya están los fantasmas de turno lanzando insidias, insultos y despropósitos. Que sale la Delegada de Hacienda de nuestro Ayuntamiento, la ponen de vuelta y media y no son pocos los que aluden al aspecto físico de los Concejales, a la condición femenina de algunos de nuestros gobernantes. En fin, todo un catálogo de cobardías en lugar de dedicarse a la crítica sana a la actividad política.

Siempre les dice uno lo mismo: critiquen sin insultar, señalen sin herir. Y sobre todo, hagan el favor de poner sus nombres. Si en una democracia se esconden qué no harían estos comentaristas en una dictadura, donde te la juegas por exponer tu punto de vista. Ahora, con la muerte en el ruedo del torero Víctor Barrios, se han recrudecido los mensajes insultantes, burlescos y dañinos. No me refiero ya a Arcos, por supuesto, sino a todo el territorio patrio, tan recalentado de sol. Parece que el verano, y lo digo en serio, exacerba la mala leche, las ganas de guerra. Reparen ustedes en que  nuestra Guerra Civil empezó en julio, no hace falta que les recuerde qué día.

Chistes macabros sobre el torero, cachondeo con sus familiares. Todo un repertorio de maldad que se ha repartido por los Facebook, tuits y demás medios de comunicación evidenciando que seguimos siendo un pueblo partido en dos: derecha e izquierda, taurinos y antitaurinos, Cristinianistas y Messistas. Somos incapaces de llegar a consensos políticos, de aplaudir al mismo tiempo a Messi y a Cristiano Ronaldo o de sentarnos sosegadamente para hablar de los toros. Preferimos la pedrada al razonamiento, el insulto soez y anónimo al comentario educado. Preferimos la bronca al debate, y prueba de ellos la dan nuestros comentaristas televisivos, que cada uno lleva de su casa el guión aprendido y no hay manera de que den su brazo a torcer.

Pero afortunadamente hay otra España: la de la gente educada, que da la cara y firma con su nombre y dos apellidos, la que, entendiendo que los toros son un crimen ritualizado, una sacralización de la muerte, se duelen de la muerte de un torero, de un muchacho joven y vigoroso. ¿Tercera España? Llámenla ustedes como quieran, pero ahí es donde yo quiero estar. Aunque algunos me acusen de querer quedar bien con todo el mundo. Lo que no saben es que yo lo que quiero es quedar bien conmigo mismo, que no es lo mismo.

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