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“El sistema capitalista ha vencido y ha impuesto sus maneras”

El joven profesor Alfonso Oñate Méndez ha presentado su libro ‘Objetos perdidos’; libro denso, plagado de historia y de pensamiento

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  • Alfonso Oñate. -

Una de las felices noticias de la actualidad cultural en Arcos estos días ha sido sin duda la publicación de ‘Objetos perdidos’, el libro con el que debuta en las lindes literarias el joven profesor del IES Guadalpeña Alfonso Oñate Méndez, un hombre no solo comprometido con las letras, sino con su entorno social, lo cual demuestra con sus facetas de maestro e integrante, entre otros colectivos, de la Asociación de Personas Desempleadas ‘Rafael Pérez del Álamo’.

¿Acaba usted de presentar en el centro cívico de la Cuesta de la Rujana su libro ‘Objetos perdidos’. ¿Nos hace una sinopsis del mismo?
– ‘Objetos perdidos’ es un conjunto de siete relatos, todos ellos con una ambientación histórica. El orden de lectura de estos cuentos se puede hacer siguiendo el orden que marca el libro o el orden que el lector estime oportuno. No obstante, hay un hilo conductor en estos relatos: el papel que gente con formación, los llamados intelectuales, juegan como voceros del sistema de turno. Esto ha sido así siempre y sigue siendo hoy, pero en el siglo XX fue muy llamativo como muchos literatos, artistas o gente del mundo académico apoyó desde el aplauso o simplemente desde el silencio confortable a regímenes que violaban sistemáticamente los derechos humanos.

Fuimos testigos de la primera redacción de esta obra y de ella recordamos una sesuda interpretación histórica. Sesuda y concienzuda. Se nota que usted ha vivido y leído mucha historia. ¿Qué es la historia?
–Fffff… Hay libros y libros que pretenden responder a esta pregunta. Muy básico: la historia es la ciencia que aborda el estudio del pasado. Aunque suene a tópico, la historia la escriben los vencedores, razón por la que el relato que reivindique una memoria distinta a la oficial queda marginado. En España sabemos mucho de esto; un país donde se ha impuesto desde la transición una visión que altera el pasado, distorsiona el presente y por supuesto condena al futuro. El estudio de la historia es fundamental para alterar esta dinámica. Se trata del conocimiento del pasado para comprender el presente y cambiar el futuro.

El siglo XX, donde transcurren tramos de ese libro, ha sido un siglo sangriento. Se ha perdido mucha sangre por culpa de unas ideologías empeñadas en encontrar el paraíso aquí en la tierra. ¿Está de acuerdo?
–No, no estoy de acuerdo. El sistema capitalista ha vencido y ha impuesto su manera de entender el presente y a partir de ahí construir un pasado a su convenio. Yo sigo soñando con un mundo sin clases sociales y sin propiedad privada, en el que la gente se autoorganice sin necesidad de delegar y establecer una jerarquía. Y aunque sobre decirlo, no me considero ni un asesino, ni un justificador de éstos. Así, admiro procesos como el que está ocurriendo ahora mismo en el Kurdistán sirio, donde muy especialmente las mujeres han propiciado un cambio revolucionario que con las armas en la mano combate al DAESH. Estas situaciones que llevan a guerras y a que Oriente Medio sea un polvorín, no las ha generado la búsqueda de utopías sociales. Las ha generado el capitalismo, en un lugar que rebosa petróleo y cuyo control es fundamental para Occidente. El hecho de que el Mediterráneo sea un cementerio a día de hoy, lo ha generado el capitalismo también, al convertir en inhabitables amplias zonas del planeta. En el siglo XX ocurrió un tanto de lo mismo: la Primera Guerra Mundial la generó el capitalismo y las contradicciones imperialistas de los países europeos; la Segunda Guerra Mundial la provocó Hitler que subió al poder apoyado por la patronal alemana.

¿El Poder es siempre totalitario?
–El Poder se presenta bajo muchas formas, incluso bajo una apariencia liberadora. El problema del Poder es que básicamente es antidemocrático, porque establece una jerarquía: unos que mandan y otros que obedecen. Hay mucha gente que afirma que esto es una condición natural de los seres humanos, yo creo que producto de la sociedad en la que vivimos. Por supuesto es más cómodo delegar y que otros decidan por ti en cosas que te afectan.

El siglo XXI ha comenzado como su hermano el XX. Igual de sangriento. Torres Gemelas, guerras, atropellos masivos. ¿Hacia dónde nos lleva? ¿Cree usted en la resurrección de ideologías nefastas como las que auparon a Hitler o a Stalin?
–No lo sé, pero no tengo mucha esperanza si el mundo sigue por estos derroteros. Para mí la principal amenaza para el mundo es el capitalismo, esta vez con su rostro más feroz, el del neoliberalismo y la ley de la selva. Problemas como el cambio climático, fenómenos detestables y condenables como Al Qaeda o el DAESH son consecuencia de la depravación y la avaricia y son problemas difíciles de resolver, aunque para el segundo caso tengo una idea: dejar de mantener a la monarquía medieval de Arabía Saudí y cortar las fuentes de financiación de estos grupos, lo que implicaría eliminar los paraísos fiscales. Con respecto a la segunda parte de la pregunta. No estoy de acuerdo con cómo se plantea. Para empezar porque las ideas de Hitler y Stalin son diferentes. La primera es el fascismo y se fundamenta en el odio. La de Stalin, es el comunismo y es cierto que fue uno de los grandes genocidas de la historia, pero no creo que el problema residiera en el comunismo en sí, sino en una concepción del comunismo estatalista, jerárquica, donde unos mandan y otros obedecen. En este siglo XXI las ideas comunistas siguiendo el patrón bolchevique lo dudo mucho que tengan relevancia. Más probable –lo estamos viendo- veo el ascenso del fascismo. Lo estamos viendo aquí en Europa y en España, donde opiniones xenófobas, racistas o exclusivistas cada vez cobran más fuerza.

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