El empeño de Manuel Vizcaíno por
abandonar el viejo Carranza, ahora Nuevo Mirandilla, para construir otro recinto deportivo, moderno y multiusos, para el Cádiz CF, sea en la ciudad o en el área comarcal,
no es, ni mucho menos, una idea original.
A finales de los
años ochenta, el entonces
alcalde de Puerto Real José Antonio Barroso anunció públicamente su firme intención de levantar el denominado
Estadio de la Bahía sobre 50.000 metros cuadrados en el
polígono universitario, casi al final del Paseo Marítimo.
Barroso recuerda que la posibilidad se abordó en un encuentro con
Manuel Irigoyen, a la sazón presidente del club cadista, y
Tomás Morillo, miembro de la directiva. “Irigoyen consideraba que el Carranza se había quedado pequeño y veía la necesidad de una nueva instalación como
elemento de cohesión del territorio”, rememora.
Con un presupuesto de
1.000 millones de las antiguas pesetas, el Estadio de la Bahía compatibilizaría las actividades futbolísticas con las atléticas y habría contado igualmente con una piscina olímpica.
El socialista
Carlos Díaz, al frente de la Corporación municipal en la capital,
expresó su oposición al proyecto, que tachó de descabellado. Barroso cargó contra el primer edil gaditano, lamentando una
postura “retrógrada y aldeana” por ligar el futuro deportivo del Cádiz con el mantenimiento del Carranza. El que fuera regidor puertorrealeño animó a Díaz a demoler el estadio y apoyar unas
nuevas instalaciones “a cinco minutos” del casco urbano de la capital y a la altura del que consideraba el equipo de la Bahía.
“Siempre existió en el club una necesidad de resolver los problemas de dotación de equipamientos deportivos y
vocación metropolitana”, observa Barroso, quien señala la
Ciudad Deportiva de El Rosal como producto de estas dos cuestiones.
“Nos negamos a darle un uso diferente a esa zona”, relata. La Caja de Ahorros de Jerez, propietaria del espacio, mostraba interés por la
construcción de viviendas. Finalmente, “con la inestimable colaboración del Gobierno de la Diputación de Cádiz”, con Francisco González Cabaña, otro reconocido cadista, se llevó a cabo “la potentísima inversión de más de
500 millones de pesetas que ha permitido que hoy El Rosal sea
de las mejores ciudades deportivas de España”.
El proyecto del Estadio de la Bahía defendido por Barroso no salió adelante porque el Cádiz CF
descendió de categoría y “vinieron los años difíciles”.
Hoy, una iniciativa como esta, “es un disparate”, opina. “
Es una operación muy difícil de justificar después de los recursos destinados por Zona Franca en el Nuevo Mirandilla”, indica. Pero no solo
es un “sinsentido” por dejar ocioso un recinto sobredimensionado, sino que
no hay espacio en Cádiz, “salvo que ocupe los antiguos suelos de aeronáutica, donde irá el hospital, se tiren los Depósitos de Tabacalera y no se haga la Ciudad de la Justicia”, o “rellene el fondo de saco de la Bahía”, bromea.
Además, considera que Vizcaíno, “al que le reconozco sus méritos,
no ha calculado la reacción de los gaditanos ante cualquier intento de traslado”, contrarios, opina, a dejar que el equipo se marche de Cádiz.
Por el contrario, sí coincide en la
necesidad de relevar a Álvaro Cervera del banquillo, con quien ha mantenido una estrecha relación y con quien hablaba de su antepasado, héroe de la Guerra de Cuba, pero “no hablaba con él de fútbol”. No obstante, opina que
ha sufrido “años de tensión”, sobre todo en la última etapa, en la que se ha enfrentado a un reto de altura sin contar apenas con recursos, opina. Sobre el nuevo entrenador,
Sergio González, apunta que
“es un revulsivo” y da por hecho la permanencia porque “no estamos tan lejos”. Eso sí, la próxima temporada, advierte, “no podemos afrontarla con un equipo hecho de retales”.