Empezó en 1996, con apenas 15 años, en el difícil arte de hacer belenes, y a sus 32 es uno de los referentes en Cádiz capital y provincia. Después de obtener el año pasado el segundo premio en la categoría Belenes Artísticos de Entidades y el tercer premio en Particulares, el gaditano Gonzalo Carrillo Vázquez vuelve a participar en el concurso municipal de 2012 con un belén renovado, cargado de ingenio y decorado con un toque de maestría que sólo puede salir de unas manos que profesa un profundo amor por este arte piadoso.
Gonzalo lleva soñando con este belén desde la Navidad del año pasado, pero fue en agosto cuando empezó a darle forma, dedicándole una media de tres horas diarias y siempre en compañía de su fiel escudero, su padre, Gonzalo Carrillo, quien en su día fue el encargado de transmitirle esta dedicada afición.
En las últimas semanas, esas jornadas maratonianas han alcanzado las 10 horas diarias, “una dulce locura que se traduce en vivir para cumplir con el trabajo y terminar el belén”, asegura este afamado belenista.
Carrillo reconoce que el nacimiento del año pasado era más de su estilo “porque se veía más paisaje, más campo”, mientras que este año ha optado por “dar vida” al pueblo de Belén. Y nunca mejor dicho, porque tiene preparada una sorpresa. El nacimiento irá con narración incorporada, de tal manera que los gaditanos que vayan a visitarlo podrán disfrutar del belén a la vez que escuchan un relato breve sobre qué pudo pasar esos días en esas tierra de Judea, coincidiendo con el nacimiento del Niño Jesús.
Mientras Gonzalo sigue dando forma a su Belén, asegura que si no fuera por su padre “nunca terminaría un nacimiento”, porque es él quien lo empuja y quien imprime el ritmo y el que hace el trabajo más mécanico. Eso sí, el propio padre reconoce que aunque su hijo ha heredado de él la afición y la tradición, “en cuestiones de estilo soy yo el que está aprendiendo de él; ya se sabe, la práctica hace maestro al principiante”.
Pero este belén es más que un obra de arte, es una manera de fomentar la cofradía de la Pastora, a la que ambos pertenecen. De hecho, “los Gonzalos” comos los llaman cariñosamente, aseguran que mucha gente ha conocido la imagen de la Pastora gracias al belén, y por eso este año han vuelto a colocar el nacimiento en la capilla del Rebaño de María.
Pero la crisis también llega a los belenes. Habrá menos nacimientos inscritos en el concurso y más modestos. El belenismo es una afición cara, aunque según Gonzalo hijo “el buen belenista tiene la capacidad de hacer un buen trabajo gastando muy poco, porque tiene el arte de hacerlo y eso no es cuestión de dinero”. Además, destaca la buena sintonía que existe entre todos los compañeros: “No somos nada competitivos entre nosotros y nos ayudamos mucho mutuamente”.
Aunque todavía no ha terminado el de este año, Gonzalo ya tiene en la cabeza el del año que viene, el que le gustaría hacer, y el imposible. El imposible es un belén gaditano pero es complicado porque necesitaría figuras a medida, hechas expresamente para la ocasión, y saldría muy caro. El que le gustaría hacer, por ahora no podrá ser, porque para ello es imprescindible que el lugar de creación y montaje fuesen el mismo.
Pero ahora lo único que quiere es que el público disfrute con su obra, porque se sacrifican muchas cosas y muchos momentos a lo largo del año para conseguirlo.