Este medio ha conocido que en la mañana de hoy 19 de enero ha fallecido Félix González Moral, el que fuera, entre otros cargos diocesanos, vicario general de la Diócesis de Cádiz y Ceuta y deán de la SAI Catedral de Cádiz, a los 91 años de edad.
Sus restos han sido trasladados al tanatorio Virgen del Rosario, de Cádiz. La misa corpore insepulto tendrá lugar mañana, miércoles 20 de enero, a las 12.30 horas, en la S.A.I. Catedral de Cádiz.
Obituario. Por José Antonio Hernández Guerrero
Asistido con las valiosas ayudas de sus sobrinos Alberto y Pilar, su permanente acompañante y cuidadora, ha fallecido a la edad de noventa y un años Félix González Moral, un sacerdote burgalés que durante sesenta años ha ejercido el ministerio pastoral en nuestra Diócesis de Cádiz y Ceuta. En estos momentos recuerdo a aquel espigado sacerdote de Burgos que, con una imagen de galán cinematográfico y con un aspecto de profesor estudioso, trabajador, discreto, vino a Cádiz el año 1956, para participar en unas oposiciones a una canonjía de nuestra Catedral. Sin renunciar y sin disimular su condición de castellano viejo, eligió nuestra ciudad como espacio vital y como lugar de trabajo, como patria chica y como hogar familiar; se enraizó en esta tierra, se integró con sus gentes y se identificó con nuestra especial manera de interpretar la vida y de abordar las cuestiones vitales.
Nació en un pueblecito de Burgos el uno de agosto de 1924. Era el décimo octavo y último hijo de una familia de labradores. Estudió en Humanidades en el Seminario Menor de Comillas y, posteriormente, Filosofía, Teología y Derecho en dicha Universidad. Es doctor en Derecho Canónico por la Universidad Gregoriana de Roma. Ha sido profesor de Teología Moral y de Derecho Canónico en el Seminario de Calahorra y Santo Domingo. En el Seminario Conciliar de San Bartolomé ha enseñado Teología Moral, Filosofía, Sagrada Escritura y Derecho Canónico. Ha desempeñado los cargos de Penitenciario, Maestrescuela, Arcipreste y Deán Presidente del Cabildo. Ha sido Capellán de Instituciones Penitenciarias en la Prisión Provincial de Cádiz, Notario Mayor de la Diócesis, Secretario del Tribunal Diocesano, Vicario Judicial y Vicario General con los Obispos Antonio Dorado y Antonio Ceballos y Delegado de Hermandades y Cofradías. Ha desempeñado el cargo de Capellán en las Carmelitas Descalzas y en el Tanatorio. En todos estos ministerios, don Félix, con su actitud seria, con su talante ponderado y con su porte correcto, ha mostrado una estricta sujeción a las enseñanzas de la Iglesia, una irrenunciable fidelidad a los diferentes obispos, una lealtad plena a sus compañeros, los sacerdotes, y una generosa disponibilidad a los fieles.
Sus palabras exactas, sus gestos sobrios, su porte distinguido, sus juicios fundamentados y, sobre todo, sus comportamientos coherentes constituyen la demostración patente de una personalidad rica, equilibrada, respetuosa y laboriosa. Desde su jubilación, su vida ha sido un elocuente retiro discreto: ha sabido desaparecer de los escenarios clericales y despojarse de los oropeles y de las ínfulas -ha sabido trascender las apariencias vacías y engañosas- para enfrentarse con su propia realidad, para desvelar, más que la desnudez de su piel, los rasgos más característicos de su rica personalidad y las líneas más esenciales de su perfil cristiano, para descubrir las amplias dimensiones como ser humano y como creyente. Con su sobriedad, con su moderación y con su discreción, con su apartamiento y con su con silencio, nos ha aportado un elocuente ejemplo, no sólo de referencia evangélica y de coherencia ética, sino también de rigor intelectual.
Con su trato agradable y con su expresión amable, despojado de todas las gangas superfluas, liberado de los movimientos ampulosos, de las poses afectadas y de las palabras grandielocuentes -tras reconocer explícitamente que todas las pompas son vanas- ha sabido traspasar las convenciones vacías de cualquier clericalismo superficial y arañar las entrañas íntimas del sacerdocio cristiano. Recibimos con respeto y con gratitud su mensaje de sencillez, de austeridad y de humildad. A su sobrino Alberto y a sus sobrinas, la hermana Matilde, Monja Carmelita Descalza, y, en especial a Pilar, que, con su entrega, delicadeza y cariño, lo ha acompañado y atendido hasta sus últimos días, les transmito mi hondo pesar. Que descanse en paz.