En la presentación del informe El futuro en llamas. Cambio Climático y evolución de los incendios forestales en España, Soto citó estadísticas y proyecciones de aumento de temperaturas y disminución de precipitaciones y la continuación del abandono forestal para prever el incremento de grandes incendios.
Indicó que los 25 grandes incendios producidos en los siete primeros meses de 2009 han destruido un 65% de toda la superficie forestal quemada, que es casi el doble de la media del decenio debida a este tipo de fuegos (34%).
La media de grandes incendios en el decenio es de 10 y sólo hubo 2 en 2008.
Los grandes incendios de 2009 sólo suponen el 0,24% de todos los registrados hasta el 2 de agosto, todos se han producido en el verano y han afectado principalmente a la vertiente mediterránea, propiciados por el calor y escasez de precipitaciones en mayo, junio y julio, con temperaturas superiores en dos grados a la media de esos meses.
Explicó que estos incendios se caracterizan por ser de “alta intensidad”, en condiciones meteorológicas extremas de calor y sequedad, que facilitan su inicio y propagación.
Están favorecidos por la regla del 30: temperaturas iguales o superiores a 30 grados, vientos de más de 30 kilómetros por hora y humedad relativa inferior al 30%, lo que produce a su vez efectos como el de chimenea en el interior del fuego, y esto dificulta su control y extinción. La esperanza de controlarlos y apagarlos depende de que mejoren las condiciones meteorológicas.
Cada vez más afectan a zonas urbanizadas debido a la construcción de viviendas en las cercanías de zonas forestales.