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Jueves 18/04/2024  

Una feminista en la cocina

Lunes plegados

Hay días que son lunes plegados.

Publicado: 08/05/2020 ·
08:31
· Actualizado: 15/05/2020 · 17:52
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Autor

Ana Isabel Espinosa

Ana Isabel Espinosa es escritora y columnista. Premio Unicaja de Periodismo. Premio Barcarola de Relato, de Novela Baltasar Porcel.

Una feminista en la cocina

La autora se define a sí misma en su espacio:

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Hay días que son lunes plegados. Apiladitos en capas superpuestas sin atisbos de la gallardía de Supermán, ni el hieratismo de Batman. Son capas huérfanas de gloria mundana con nuestro ADN incorporado. Cada honda preocupación aparece allí estancada, escabechada de ironía porque la vida te susurra al oído que no puedes escapar de ella. Somos leves mortales apegados a una inmortalidad que no es nuestra sino de los mitos que creamos y los dioses de peanas que nos inventamos cuando miramos al cielo . Somos tan pequeños comparados con el Universo y aun así prevalecemos como si fuéramos ladillas en el pubis de un héroe griego. Hay días que son aliento de furias infernales, de corazones disecados con cánticos de poetas célticos. Aciagos de vivir, con musarañas en el cabello. Cuencas de ojos sin luz, con plagas de incertidumbre y miedo. Es como si hubiera una consigna secreta en nuestro pequeño mundo para obviar esos días, acallando la boca de los que los sustentan.                                                                                                                              

La normalidad de las mascarillas en calles vacías.

Nos morimos por dentro en nuestra beatería, en nuestra conciliación, santurrones perdidos mientras las vísceras se nos hacen cieno y nuestro espíritu se nos separa del cuerpo para cabalgar azoteas y matar vientos de Levante y ardores de vírgenes adolescentes. Hemos trascendido en las manos artríticas de las ancianas plañideras, en sus llantos  falsamente amargados, en los sarmientos dormidos y los collares rotos.

Nos hacen creer que renaceremos, pero no será tal sino que floreceremos en invierno, a pesar del asfalto y la necedad de los obtusos. Floreceremos un martes cualquiera con levedad de forma. Bostezaremos lluvias atrasadas que apagarán la sed de tantas cosas que perdimos en la distancia del tiempo. Pero no será este lunes que no tiene fecha en el calendario, ni nació bajo el auspicio de la Luna, sino plegado de pesares- uno tras otro -ordenados por capas simétricas y despiojadas, sin atisbos de la gallardía de Supermán, ni el hieratismo de Batman. No todos tenemos madera de héroes, no todos somos pasos agigantados echándole valor al Infinito. Algunos temblequeamos de huesos, medimos los suspiros y cerramos la persiana de nuestro raciocinio por ver si escampa nuestra propia naturaleza de carne de martirio, esclavitud de saga o ninguneidad  palmaria. Sabemos que la especie sobrevivirá, pero quizás lo haga sin rémoras que no sepan llevar el paso, ni capas de amargura apiladas. Porque no todos sabemos esbozar una sonrisa cuando nos han partido la cara. Menos aún si es un lunes plegado en el cual nos azotan todos los vientos desde nuestra atalaya. Vamos a dolernos como el hierro mientras se rinde al fuego, a estremecernos mientras lo enfrían con el agua estancada. Luego se acabará el lunes y sus pliegues infernales. Nos va en ello el ADN errático que nunca viajo en la sangre de los fenicios viajeros, tampoco en las sandalias de un judío crucificado, ni en cada uno de los que con la Historia por bandera han alejado a la Humanidad de los primates convirtiéndonos casi en inmortales.

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