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Sé mal padre. Hazlo por tus hijos

Deja usted que su hijo vaya solo al colegio? La respuesta debe ser no en siete de cada diez casos, según los resultados de un estudio presentado recientemente en Madrid, cuyas conclusiones llevan a preguntarse si la sobreprotección de los padres hacia los niños les beneficia o les perjudica.

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  • Un padre acompaña a sus hijas al colegio. -
Deja usted que su hijo vaya solo al colegio? La respuesta debe ser no en siete de cada diez casos, según los resultados de un estudio presentado recientemente en Madrid, cuyas conclusiones llevan a preguntarse si la sobreprotección de los padres hacia los niños les beneficia o les perjudica.

Lenore Skenazy lo tiene claro. Fundadora del movimiento Free-Range kids (Hijos en libertad), ha criticado esta semana en España que a los niños no se les permita “salir al mundo” por miedo.

“Hay que enseñar a los hijos a salir al mundo y, cuando saben, soltarles, dejarlos libres, como hicieron nuestros padres con nosotros”, aconsejaba Skenazy en un foro sobre la seguridad vial y los niños organizado por la iniciativa social de Audi, Attitudes.

Claro que esta mujer está considerada “la peor madre de América” tras decidir hace un año y medio dejar que su hijo Izzy, de 9, fuera solo al colegio en metro en Nueva York.

El “experimento” provocó una dura polémica entre defensores y detractores, lo que llevó a Skenazy a crear un movimiento para recuperar la libertad de la que disfrutaban los niños hace décadas para moverse por sus ciudades.

“Cuando era niña, la mayoría de los niños iban solos al colegio. En una sola generación hemos perdido la libertad para los niños”, explica la madre de Izzy, que recuerda que en su país solo el diez por ciento de los escolares no son acompañados a clase, porcentaje que en España se sitúa en el treinta por ciento.

QUIÉN TIENE LA CULPA

Lenore culpa en parte de esta situación a los medios de comunicación –ella misma es periodista– por reflejar 24 horas al día las “peores noticias del mundo”, a las que acompañan teleseries que escenifican secuestros y asesinatos de niños que iban solos por la calle, programas que consiguen aterrorizar a los padres.

También dirige sus críticas a la industria de artículos de seguridad para los más pequeños que llegan a hacer creer a los padres, desde el momento del embarazo, que “tu niño va a morir si no compras lo suficiente, si no haces lo suficiente”.

Para ilustrar esta situación, muestra a los asistentes a su conferencia unas pequeñas rodilleras ideadas para los bebés que empiezan a gatear ya que ahora parece que esta práctica -ironiza- “es tan peligrosa como jugar al rugby”.

“Podemos ponerles rodilleras para gatear, quedarnos dos semanas con ellos cuando van a la Universidad, recriminar a los profesores que les pongan un notable en lugar de un sobresaliente, pero eso no les da la autoestima”, defiende esta madre.

A Lenore llegan testimonios de niños “ahogados” por la sobreprotección de sus progenitores, como el caso de un chico de 15 años al que sus padres no le dejaban llegar al final de su propio jardín por temor a que fuera secuestrado y cuyo ocio se limitaba a comer y a ver la televisión.

Este caso contrasta con el del propio hijo de Lenore, Izzy, que ahora tiene 11 años y que ha acompañado a España a su madre, que le ha permitido pasear solo por Barcelona y Madrid, ciudades que, dice, no se diferencian mucho de Nueva York en tráfico y gente.

SOLOS AL COLEGIO

Un estudio presentado en las jornadas de Attitudes pone de manifiesto que el setenta por ciento de los niños españoles nunca van solos al colegio y apoya la teoría de Skenazy sobre la dependencia de los menores respecto de los padres, lo que entorpece el aprendizaje de la autonomía vial y de su desarrollo psicomotor y psicosocial.

Los niños de entre 8 y 12 años tienen una capacidad teórica para moverse solos por su localidad, pero, en la práctica, los padres no favorecen esta capacidad de autonomía.

La edad media en la que los niños comienzan a ir solos al colegio en España es a los 9,4 años y no lo hacen antes por cuestiones de seguridad, por la tranquilidad de los padres y por la distancia.

El tamaño de la ciudad es determinante en los hábitos de los niños y mientras que en municipios pequeños es común que jueguen en la calle, vayan en bici o a casa de sus abuelos, en las grandes ciudades predominan las actividades extraescolares cerca del domicilio.

No obstante, un 69% de los niños se siente seguro cuando camina por su pueblo o ciudad. Mientras, el 31% restante cree que el lugar donde vive es muy o bastante inseguro desde el punto de vista de la seguridad vial y argumenta que los principales motivos son el tráfico y que no se respeten las normas de circulación.

La mayoría de los menores considera que los conductores en general no respetan las normas. Y demuestran un gran conocimiento sobre diferentes aspectos de la seguridad vial: casi la totalidad sabe que hay que cruzar con el semáforo en verde y por los pasos de peatones, que se debe llevar cinturón de seguridad y sillas elevadoras y que quien conduce no debe beber alcohol.

CIUDADES AMIGAS DE LOS NIÑOS

Pero los padres creen que sus hijos conocen menos recomendaciones que las que realmente saben.
Hace ya 15 años surgió en Italia el proyecto La ciudad de los niños en el que se subrayaba que la imposibilidad de satisfacer las necesidades primarias de los niños, como por ejemplo la experiencia de jugar con sus amigos sin ser controlados por los adultos, tiene un precio muy alto.

Ante ello, se apostaba por un cambio real de las ciudades, de sus características estructurales, que permitieran que el espacio para caminar o montar en bicicleta fuera prioritario y no supeditado al dedicado al tráfico motorizado.

Otra iniciativa en esa línea es el International Walk to School Month, cuyo objetivo es que los niños, padres y maestros conozcan los beneficios de ir al colegio caminando, cómo hacerlo con seguridad, identificar las rutas seguras a la escuela y reducir la congestión del tráfico y la velocidad cerca de las escuelas.

Dar prioridad a los espacios para caminar o ir en bicicleta, reducir la velocidad, integrar las rutas escolares en zonas de seguridad y un uso responsable del vehículo privado y un transporte público que mejore la calidad de la movilidad son algunas de las propuestas de estos expertos para permitir, como pide “la peor madre de América”, que haya más niños en la calle.

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