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Campillejos

Callejones

Releyendo a Manuel López Pérez me he encontrado con un delicioso artículo sobre los callejones de nuestro casco histórico, muchos de ellos ya desaparecidos...

Publicado: 12/02/2020 ·
23:11
· Actualizado: 12/02/2020 · 23:11
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Autor

Rafael Cámara

Rafael Cámara es presidente de la asociación Iuventa y comisario del programa de Viva Jaén 'Jaén Genuino'

Campillejos

Campillejos es un blog que trata sobre la actualidad cultural y patrimonial de Jaén y su provincia

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Releyendo a Manuel López Pérez me he encontrado con un delicioso artículo sobre los callejones de nuestro casco histórico, muchos de ellos ya desaparecidos. En una ciudad que ha crecido urbanística pero no poblacionalmente, desbocada hacia el Norte como si no hubiera un mañana, vaciando para ello sus barrios señeros y transformándolos en un muestrario de solares y ruinas vergonzantes, recordar cómo era el Jaén antiguo resulta tan doloroso como instructivo.

Escribió López Pérez que “los callejones o adarves, imprescindibles en las ciudades españolas de raíz islámica, persistieron tras la conquista en razón a la existencia de amplias comunidades moriscas, mudéjares y judías. Un callejón sin salida, con su angosta puerta que se cerraba a la tercera hora nocturna, era toda una solvente garantía para que estas comunidades, de las que tanto recelaban los “cristianos viejos” se sintieran seguras y al resguardo de asaltos, robos y algaradas nocturnas”.

Callejón del Alcaide, Callejón de los Carniceros, Callejón de Fajardo (donde vivieron los míos, los Cámara), Callejón de las Flores… de Hornos Negros, de San Benito, de la Huerta de los Cuernos…

A veces esos estrechos callejones estaban llenos de luz y frescor, gracias a los huertos que los delimitaban, como el Callejón de la Huerta de los Cuernos, o el Callejón de Elvín, antes Callejón de la Fe, con su jardín al fondo que, tras su abandono de años, parece recuperar la esperanza con los recién presentados fondos Edusi.

Evocando ese pasado siento que no hemos sabido valorar nuestros callejones. En realidad no hemos sabido valorar el valor de nuestro casco histórico, espacio en el que se desarrollaron los acontecimientos de una ciudad que ha sido capital desde el siglo IX, allá cuando Abderramán II pensó en ella como capital de la Cora Islámica de Yayyan, siendo después capital del Reino de Jaén y luego de la provincia del mismo nombre. Callejones de sabor a pueblo pero capitalinos, que encierran la grandeza de una historia tan dilatada como rica en acontecimientos. Callejas que son reflejo de un pueblo que no ha sabido valorarse a sí mismo y menos aún a lo suyo. Ojalá que algún día esos callejones que hemos despreciado, como nuestras cuestas, que tanto nos han acomplejado, se transformen en orgullo e identidad. Como dijera mi buen amigo José Antonio Mesa Beltrán: “Jaén tiene que superar sus cuestas; sus cuestas mentales”.

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