Más difícil todavía

Publicado: 06/05/2021
Podemos disfrutar de nuestros amigos, pocos y buenos que siempre estarán ahí, o llenarnos de conocidos y desconocidos a través de las redes
La suerte está dentro de nosotros, y debemos trabajar para aprovechar todas nuestras posibilidades y lograr el más difícil todavía.  Podemos hacer las cosas pausadamente o apresuradamente, reflexionando el tiempo necesario para acertar en nuestras decisiones o actuar alocadamente y sin pensarlo dos veces.

Podemos disfrutar de nuestros amigos, pocos y buenos que siempre estarán ahí, o llenarnos de conocidos y desconocidos a través de las redes, que no sabemos quienes son ni para qué quieren formar parte de nuestras listas. Explicaremos con todo detalle en nuestros discursos todas las cifras del mundo o colocaremos en el centro de nuestras preocupaciones como resolver el problema de la gente.

Viviremos más asustados cuantos menos servicios tengamos. Somos más rápidos y eficaces, más impenetrables y herméticos cuanta más información tenemos del mundo y de los demás, y poniendo en ejercicio nuestra fuerza de voluntad daremos un salto de valentía hacia nuestros sueños.

Si somos capaces de cancelar todos nuestros compromisos y dedicar todo este tiempo a la persona amada, aprenderemos lo más difícil todavía y descubriremos que con sensatez podemos llegar a ser nuestros mejores amigos, y cambiamos el sentido de obligación por el de admiración y satisfacción.

A diario tenemos que cumplir con un deber que no hemos elegido pero que tampoco podemos eludir. Engrandecidos y empequeñecidos, huyendo o dando la cara, con contundencia y sin términos medios, entre el silencio y el reposo, el tedio o la nostalgia, evitamos las polémicas y obtenemos resultados beneficiosos.

Sin disimulos y tapujos, es conveniente nuestro aplomo ante las situaciones conflictivas para lograr el mayor respeto, mientras la perseverancia nos dará las claves para conseguir nuestros objetivos y logramos que se nos abran nuevas perspectivas y sumergirnos con ardor y pasión en lo que hacemos.

La sociedad en la que vivimos se mueve entre una estética hortera y un culto a una belleza perfecta, que termina convirtiéndose en una obsesión, en la que las palabras limitan tanto como liberan, utilizando la prosa o la poesía, el análisis o la propaganda, las generalizaciones y las excepciones.

Resultado difícil, complicado y engorroso que dos personas lleguen a algún tipo de acuerdo, si se niegan a hablar, y no deja de ser sangrante cuando de esa conversación pueden derivarse decisiones que pueden ser útiles y positivas para los demás.

No debemos creernos todo lo que oímos, y cuando lo analizamos hemos de eliminar lo superfluo, encontrar nuestro equilibrio y corregir nuestros errores. Con nuestra fortaleza y convicción diferenciamos con claridad ayudas necesarias y palabras inconvenientes, sintiéndonos preparados para enderezar cualquier situación y empezar de nuevo.

En el más difícil todavía hay verdades que son mentiras y falsedades que parecen auténticas: Nos podemos encontrar con el ánimo dispuesto para escuchar buenas noticias y desdramatizar las malas. No podemos escapar de nuestros propios sentimientos entre amigos distanciados y enemigos íntimos.

Estar quietos y paralizados, sin movernos, mientras el mundo cambia a nuestro alrededor, nos obliga a  asumir nuestro protagonismo, respetando el papel de los demás, y aumenta nuestra capacidad de seducción, al mismo tiempo que somos capaces de mantener una actitud humilde.

Cuando las circunstancias se tornan favorables, sabemos ir por delante de los acontecimientos, estando en alerta, pero sin forzar nada.
 

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