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De vuelta a Ítaca

Cuando las guerras eran injustas

Suenan tambores de guerra. Un nuevo conflicto se prepara delante de todos y Estados Unidos vuelve a estar detrás. Ahora le toca a Venezuela, aunque eso parece

Publicado: 14/02/2019 ·
23:33
· Actualizado: 14/02/2019 · 23:33
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Autor

Alejandro Sánchez Moreno

Alejandro Sánchez Moreno nació en Sevilla. Es docente e historiador. Especialista en historia del movimiento obrero andaluz

De vuelta a Ítaca

Análisis de cuestiones, tanto históricas como de actualidad, desde una visión crítica de nuestra realidad política, económica y social

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Suenan tambores de guerra. Un nuevo conflicto se prepara delante de todos y Estados Unidos vuelve a estar detrás. Ahora le toca a Venezuela, aunque eso parece que no nos va a afectar, porque hace unos días tuvimos la gala de los Goya y a nadie pareció importarle. Lejos queda ya aquel día en que, aprovechando la fiesta grande del cine español, todo el que se subía al escenario aprovechaba para denunciar una guerra imperialista por petróleo que amenazaba con arrasar Irak. ¿Lo recuerdan? Porque ha pasado en realidad muy poco tiempo, pero es como si todo hubiera cambiado desde entonces. Y eso que lo que está pasando ahora en Venezuela es casi calcado a lo que ya ocurrió en el país que arrasaron en el Golfo Pérsico, pero ahora son pocos los que se oponen a una intervención militar en la zona. Y no será porque Sadam era más guapo que Maduro, supongo.

Sin entrar a valorar la política interna de Venezuela -y la distorsionada imagen que tenemos aquí de lo que ocurre allá-, la verdad es que a cualquiera que tenga dos dedos de frente no se le escapa que a la política internacional no la rigen los buenos sentimientos. Y es que la Realpolitik es como es. Y eso de que un país sea regido por un tirano importa poco si los intereses aconsejan llevarse bien con él. A Irak, sin ir más lejos, se lo bombardeó argumentando repetidos incumplimientos de resoluciones de la ONU, algo que no parece importar cuando el que lo hace es Israel.

Tampoco molesta que Arabia Saudí asesine a opositores o lapide a mujeres, porque es lo que tiene ser un socio preferente de Occidente, que puedes ser un sanguinario genocida sin temer represalias. Porque sí. A nadie le preocupa los niños yemeníes que mueren diariamente, o que el Sáhara Occidental siga siendo el único territorio de África no autogobernado. Nuestro rey se sienta a comer con el sátrapa saudí, y nuestros gobiernos reciben sin problemas al sanguinario dictador guineano, y no pasa nada. Pero entonces, ¿por qué unas veces eso nos molesta y otras nos da igual?, ¿acaso nuestra ceguera es selectiva?

La solución a la pregunta parece difícil, pero no lo es tanto si atienden un poco a la geopolítica y a los intereses económicos de las grandes potencias (y por supuesto a los medios que crean opinión atendiendo a esos mismos intereses) Y es que, al margen de cuestiones políticas o derechos humanos, lo que le importa a EEUU es el petróleo venezolano, pero no tanto para quedárselo -que también-, como para que no se lo lleve la China competidora que lleva meses estrechando su relación con el gobierno de Maduro.

En Irak la cosa fue bien distinta y parecida a la vez, y por eso esa guerra sí se nos vendió como mala. Y es que George Bush no quiso competir ni con China ni con Rusia, sino con una vieja Europa que tiene de todo menos petróleo, y había llegado a acuerdos económicos con Sadam Hussein que ponían en riesgo la hegemonía de los americanos frente a Europa. Aznar, traicionó a su aliado natural europeo para posicionarse con Bush, y eso no gustó nada a esos poderes económicos que también crean opinión, y por eso mismo el "no a la Guerra" tuvo el éxito que no ha vuelto a tener en esta ocasión.

Porque todo es Realpolitik. La maldita e hipócrita Realpolitik.

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