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De vuelta a Ítaca

Cuando ser mujer te convierte en culpable

Tenía sólo 30 años. Y trabajaba en Madrid. En una fábrica. Su nombre no importa. O más bien, no creo que sea prudente nombrarlo. Aunque algunos medios hayan...

Publicado: 05/06/2019 ·
23:08
· Actualizado: 05/06/2019 · 23:08
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Autor

Alejandro Sánchez Moreno

Alejandro Sánchez Moreno nació en Sevilla. Es docente e historiador. Especialista en historia del movimiento obrero andaluz

De vuelta a Ítaca

Análisis de cuestiones, tanto históricas como de actualidad, desde una visión crítica de nuestra realidad política, económica y social

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Tenía sólo 30 años. Y trabajaba en Madrid. En una fábrica. Su nombre no importa. O más bien, no creo que sea prudente nombrarlo. Aunque algunos medios hayan hecho ya correr ríos de tinta con sus datos personales. También era madre. De dos niños. O de dos niñas. O tal vez de un niño y una niña. No lo sé. Aunque eso sí que no importa, porque lo único que interesa aquí es que ellos han perdido a su madre. Porque se suicidó. O más bien la suicidaron. Y no pudo soportar convertirse en presa de las burlas de los perversos que se divertían compartiendo sus vídeos más íntimos. Y todo fue por ser mujer. Después de días soportando un infierno, su muerte cesó bruscamente las burlas. Ya no hubo cuchicheos, ni miradas acusadoras o lascivas. Tampoco hubo codazos al verla pasar, o visitas rebuscadas a su puesto de trabajo para encontrarse con ella. Porque la culpa es así de hipócrita, y por eso mismo muchos de los que días antes enseñaron el vídeo a sus amigos, no dudaron en acudir a la concentración de rechazo a lo sucedido que se organizó en las puertas de la fábrica. Pero ella ya no necesitaba de esas cosas.

Pero esta no es una historia lejana. Y muy cerca nuestra pasa lo mismo a diario aunque no lo sepamos o directamente lo ignoremos. Cientos de plataformas pornográficas están llenas de vídeos colgados ahí sin autorización por algún novio despechado, y la gente lo consume. Y no. No se hace porque como dijo recientemente un matavaquillas metido a contertulio de televisión, los hombres no podamos evitarlo. Porque lo que pasa es más grave y tiene que ver con el patriarcado. Con una cultura que a los hombres nos da derecho a ver -o incluso protagonizar- esas imágenes sin consecuencias, mientras que a ellas se las culpabiliza socialmente por todo. Porque esto no es cosa de las nuevas tecnologías sino nuestra. De una sociedad que sigue criminalizando en pleno siglo XXI el que una mujer disfrute libremente de su cuerpo mientras que a los hombres se les anima a ello. ¿Alguien puede dudar de que esto sea así cuando en esta misma tragedia el que filtró el vídeo es también el personaje que lo protagonizaba junto a la mujer a la que se pretendía supuestamente chantajear?

Y es que, ¿A quién se le ocurre grabarse así, siendo mujer, en una situación comprometida? Y por eso, y porque somos personas equilibradas -y para nada machistas, oiga, que eso no existe- aconsejamos a nuestras hijas para que nunca caigan en ese error, pero no se nos ocurre sin embargo educar a nuestros hijos varones en valores igualitarios, y enseñarles que no pueden compartir o visualizar vídeos privados porque eso los convertirá en monstruos como los de Iveco. Porque sí. Resulta mucho más fácil seguir culpándolas a ellas, poniendo el acento en víctimas y no en verdugos, para después llorar la siguiente tragedia en público escondiendo que todos hemos sido cómplices de esa muerte.

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