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Desde el Silicon Valley

Bootstrap o no Bootstrap

Los llamados fireside chats, conversaciones extensas sobre el ecosistema startup, están de moda en el Silicon Valley

Publicado: 23/07/2018 ·
11:55
· Actualizado: 23/07/2018 · 11:55
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Autor

Danny Sánchez-Mola

Fundador/CEO de Kolau, empresa del Silicon Valley y primera tecnología que introduce el Hazlo-Tú-Misma(o) al posicionamiento web

Desde el Silicon Valley

Traemos lo último, lo que es noticia, lo que se cuece en el horno del ecosistema startup en la Bahía de San Francisco

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Los llamados fireside chats, conversaciones extensas sobre el ecosistema startup, están de moda en el Silicon Valley. Muchas startups se reservan los viernes por la tarde para un fireside chat en el que invitan a un inversor, a alguien que haya fundado una startup o a alguien que tenga algo que aportar sobre el tema. Durante dos horas se le hacen preguntas abiertas al invitado sobre todo lo relacionado con el ecosistema startup. Estos fireside chats también se organizan en teatros, conferencias, y YouTube guarda una amplia selección de ellos – Sarah Lacy es una de las más conocidas organizadoras de estos eventos. Estos eventos, aunque diseñados para startups también son válidos para empresas con un crecimiento limitado que quieren crecer en como tiendas de ropa.

Una de las temáticas recurrentes últimamente es que estamos volviendo a las raíces en el Silicon Valley gracias a que hace tres años reventara la burbuja de la financiación. Cabe recordar que en el año 2010, con sólo una presentación en PowerPoint se llegaba a valorar una empresa, es decir una presentación en PowerPoint, en más de 5M de dólares. Foursquare certificó que la burbuja había explotado cuando logra recaudar sólo la mitad de lo que se esperaba en Enero del 2016. Ya no había inversor que recibiera a nadie a menos que pudiera demostrar un crecimiento sostenido durante al menos 6 meses. Se habían acabado las presentaciones en PowerPoint, ahora había que crear algo que la gente quisiera comprar. Ahora había que demostrar la valoración antes de conseguirla. Y había que hacerlo sin necesitar financiación en la etapa inicial.

Sólo las startups cuyos fundadores fueran capaces de programar, diseñar, vender, escribir, hacer de relaciones públicas serían capaces de sobrevivir. Aquellas startups cuyos fundadores no fueran capaces de construir su propia empresa simplemente tenían que buscar trabajo en otra.

A esto se le ha dado a conocer con el rimbombante nombre de bootstrapping. Es decir, cuando creces sin financiación externa, sin inversiones, ni préstamos ni créditos. El bootstrapping ha sido prácticamente la única manera de crear una empresa desde entonces – exceptuando si ésta pertenece a la categoría de Hardware, en cuyo caso hay aceleradoras que sirven de impulso inicial para financiar los prototipos imprescindibles que necesita este tipo de empresa.

El bootstrapping aparece, por consiguiente, en el léxico popular a partir de este 2016 cuando la burbuja de la financiación explota. Al principio no estaba bien visto, no era una buena palabra – había resistencia a pensar que si una idea era buena, no contara con alguien que quisiera invertir en ella. Si no se quería invertir en una idea, era porque ésta no era buena. El bootstrapping ha tenido que vencer las resistencias durante los últimos años y ha tenido que superar los prejuicios del Valley.

Lo que se está descubriendo últimamente en las conversaciones que tienen lugar en los fireside chats es que el bootstrapping de hecho no es nada nuevo. Bootstrapping no es más que un regreso a las raíces. Bill Gates, Jeff Bezos, Larry Page y Sergey Brin, Steve Jobs, etc – todos ellos crearon sus empresas desde un garaje y crecieron a medida que lo hacía la demanda de sus productos. La burbuja de financiación creada a finales de la primera década del 2000 demostró ser un camino erróneo – no un atajo. No se podía, ni se puede, asociar la filosofía startup con una presentación de PowerPoint. No se podía, ni se puede valorar una presentación de PowerPoint en más de 5M de dólares. El ecosistema startup está endémicamente ligado al bootstrapping, a hacerlo uno mismo, con sus propias herramientas y conocimientos y crecer a medida que lo hace la demanda. El Silicon Valley empieza en los garajes de los fundadores y en los garajes ha de seguir empezando.

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