Queridos lectores. De los más de cien artículos que llevo publicados en San Fernando Información digital, quizás sea éste el más importante. Como dice el título del artículo: donar órganos es regalar vida. Hay una frase que la podemos ver en muchos lugares, pero sobre todo en los hospitales o en los Servicios de Nefrología, y es No te lleves lo órganos al cielo; el cielo sabe que los necesitamos aquí. Es una frase que lo dice todo. En España esperan un riñón 4.000 personas, un hígado 600, un corazón 80 y pulmón 100 (datos de 2024).
Quizás no exista en la vida un acto con más humanidad que donar los órganos de aquellos familiares que hayan fallecido y ya no los necesiten. Es un instante en que tomar la decisión de donar es muy difícil. Hay dolor, conmoción y tristeza, sobre todo cuando la coordinación de trasplantes del hospital contacta con los familiares para tratar de que valoren la donación. Pero pensemos que en ese mismo instante, en cualquier parte de nuestra geografía, habrá una persona esperando una llamada de esperanza para ser trasplantada. Ello le permitirá tener una vida digna llena de salud; pues como decía antes, en el cielo entra el alma, pero el cuerpo se pudre aquí abajo, pues polvo eres, y al polvo volverás (Génesis 3:19).
De todos los órganos que pueden ser trasplantados, siempre es el de riñón el más demandado porque, a diferencia de lo que ocurre con los órganos vitales -hígado, corazón y pulmón-, de no conseguirse en un plazo determinado, conducen a la muerte del enfermo. Los pacientes en diálisis pueden permanecer durante muchos años en espera de un trasplante de riñón y, afortunadamente, con una calidad de vida creciente. Es importante desmitificar el trasplante de órganos como un ejercicio de venta, de negocio, es decir, que se trafica y se venden órganos para ser trasplantados a personas que los compran. Esto es una auténtica mentira, pues tanto en España como en los países occidentales está totalmente prohibido por Ley y adquieren además responsabilidad penal. Esos comentarios, esas campañas que a veces oímos por los medios, son solo bulos que hacen mucho daño a todas aquellas personas, posibles receptoras, que ven mermadas sus esperanzas porque baja el índice de donación.
España, como ya conoceréis muchos de ustedes, es el país número uno del mundo en trasplantes de órganos. Y ello es así dada la generosidad tanto de las personas donantes, como de sus familiares que no dudan en donar en los momentos críticos. Pero para ello, es necesario que cada uno de nosotros o nosotras dejemos dicho a nuestros familiares más directos, madre, padre, hermano/a, esposa/o, etc., que si nos pasa algo y no podemos decidir porque estamos al borde de la muerte, que donen todos nuestros órganos. Se puede dejar constancia haciéndonos donantes de órganos en cualquier hospital, centro de salud o dándonos de alta en el Registro de Instrucciones Previas o Voluntades Anticipadas, donde dejaremos nuestra voluntad.
España, con más de 6.466 trasplantes (2.562 donantes), superó sus previsiones en 2024: 4.047 trasplantes renales, 1.344 hepáticos, 623 de pulmón, 347 cardíacos, 98 de páncreas y 5 de intestino. Como podrán adivinar, estos tejidos dieron esperanza de vida a 6.466 personas, evitando en muchos casos de morir o de tener una vida de dolor y con un final que ya os lo podéis imaginar.
La población debe saber que una sociedad donde la mayoría de las personas fuesen donantes beneficiaría a todos (sanos y enfermos). Nadie está a salvo de que en algún momento de la vida surja, de improviso, algún tipo de enfermedad o disfunción que precise un tratamiento con trasplantes. Solo si vivimos en una sociedad masivamente concienciada con la donación de órganos y tejidos se puede lograr que el trasplante pueda realizarse sin demora y con máximas posibilidades de éxito. Para lograr esta concienciación, se le tiene que proporcionar a la población información adecuada y periódica que permita valorar la donación y el trasplante como actuaciones imprescindibles para promover la salud en nuestro medio social.
No dejes que los órganos se pudran en el cementerio o se quemen en incineradoras. Si es factible -porque los órganos pueden seguir funcionando en otras personas-, donen, donen. Háganse donantes de órganos, dejen dicho su voluntad. Yo mismo tuve la suerte de recibir un riñón hace 26 años (1998) de una persona fallecida cuyos familiares donaron sus órganos. A mí me ha permitido ver crecer a mis hijas, verlas labrarse un porvenir, a no haber dejado a mi mujer sola y a mis hijas sin padre. Yo llevo dentro de mi parte de la vida de mi donante y le estaré agradecido todos los días de mi vida a sus familiares. Tengo además a una hermana con doble trasplante de riñón e hígado y a una hija que está esperando un riñón y se dializa cada día para seguir viviendo. Que porqué pido la donación…, ¿hacen falta más palabras?