Que este Racing está de capa caída lo ha certificado una semana más. Ni haber abierto el marcador en el minuto 3 y estar una hora en superioridad numérica, sirvió para vencer a un Cabencense valiente. Los revuelos que se suceden, tampoco, benefician a un equipo al que parece haberle afectado demasiado los problemas con los impagos y la inestabilidad institucional. Muchas preguntas y demasiadas respuestas sin contestar. Y todo ello a pesar de que en la tarde del pasado viernes cobraron una parte de lo adeudado.
Las ausencias obligaron hacer un once de circunstancias, otro más. La dulce permanencia con la que se soñaba semanas atrás, empieza a ser de objetivo cumplimiento cuanto antes, por lo que pueda pasar de aquí a mayo. Ésta está encaminada, pero no certificada. Ni que decir tiene que la condición física pasó factura y lo seguirá pasando, a no ser que la normalidad se imponga a un equipo ausentado.
Con un improvisado Jesuli y Raúl López en el eje central, Galiano aguardaba en el banco. Matallanas y Silveira eran los encargados de la construcción, con Beato caído a la izquierda y Natera de enganche. Variaciones y más cambios que no encontraron respuesta más allá del empate.
Y eso que el choque prometía, y mucho, en sus comienzos. Unas manos infantiles dentro del área sevillana, arrancó la esperanza de conseguir el triunfo. Rafi Cruz se encaminó decidido a lanzar la pena máxima. Con determinación, el canterano lanzó a la izquierda mientras el portero se lamentaba a la derecha. El partido soñado. Primera llegada y gol.
El tanto se celebró a lo grande, las penurias encontraron el desahogo y las tensiones guardadas a lo largo de los últimos días. Y cuando la sonrisa marcaba el rostro racinguista, acto seguido, el Cabecense se aprovechaba a la contra y un minuto después, Jesús Mari se lanzaba cruzaba un balón que entró ante el desanimo local.
Partido abierto, goles, un ritmo alto y todos los ingredientes que apuntaba a un gran encuentro que se terminaría apagando y diluyendo.
La doble cartulina de Chico I, autor del penalti, en el 26’ ponía más emoción. Lejos de convertirse en determinante, fue una losa que no digirió de la mejor de las maneras. Nulas ocasiones que ayudaron con imprecisiones y un juego brusco que terminó por desmontar las escasas opciones de ver un buen espectáculo.