¿Cómo te surgió la oportunidad de ir de misionero a Perú? ¿Cuánto tiempo has estado en allí
-La idea de irme de misionero surgió en una acampada de la Delegación Scout en la que dos misioneros vinieron a darnos unas charlas. Después de esta charla fui a ver a mi párroco para comentarle mi iniciativa y él me dijo que fuera a Perú, que allí había un sacerdote amigo suyo y así iba con alguien conocido. Pues he estado 1 mes, desde el 4 de agosto hasta el 5 de septiembre.
¿Cuál ha sido tu labor durante la misión?
-La principal labor que tuve allí era evangelizar, dar catequesis e ir por las parroquias del Padre Diego acompañándolo a celebrar la eucaristía. También estuve con un grupo de jóvenes enseñándoles cómo trabajamos en los scout para que ellos a la hora de los retiros trabajen igual con los niños y sepan cómo tienen que tratarlos y cómo tienen que comportarse ellos mismos como monitores. Otra de las labores era visitar ancianos y llevarles comida y hacerles compañía, ya que muchas vivían solos.
¿Qué realidad social has descubierto en ese país? ¿Alguna anécdota negativa que destacar?
-La realidad social que encuentras es de pobreza, de muchas veces falta de recursos básicos, que los niños y jóvenes tienen que dejar la escuela por no poder costearse los materiales y se van. También que, aun teniendo poco, se ayudaban entre ellos y lo poco que tenían se lo repartían para pasar ese día, y al día siguiente pues ya Dios proveerá. Lo que más me sorprendió es la educación de los jóvenes y el cómo cuando íbamos a visitar las parroquias que estaban a dos horas andando, el cómo te recibían, con abrazos, todo el pueblo te iba a saludar y te ofrecían zumos, fruta, de todo, y tu sabias que a lo mejor era lo poco que tienen pero te lo ofrecían sin importarles, y no podías rechazarlo pues allí es una ofensa. La anécdota es que hubiera deseado no enfermar y tener que estar media semana en cama, porque eso me limitó e impidió el poder ayudar o realizar alguna de mis tareas de allí.
¿Volverás de nuevo como misionero?
-Mi idea es volver en un par de años y, si Dios lo quiere, sin billete de vuelta; si no pudiese ser así, pues irme cada “X” tiempo a pasar mis vacaciones ayudando en lo que haga falta.