Ninguna otra oposición municipal ha encontrado tantos argumentos de peso para hacer un frente común ante un equipo de Gobierno (PSOE-IU) que se tambalea nada más comenzar el año y con dos aún por delante de legislatura.
Paradojas municipales, una oposición que controla y marca la senda y el camino. La inestabilidad y temporalidad de sus Concejalías muestran imágenes que debieran llevar a una seria reflexión como el sillón, el mismo que cambia de dueño cada seis meses, vacío desde mediados de diciembre y que no será ocupado hasta febrero.
Con tan solo ocho concejales y sin un Presupuesto, se presentó el bipartito para hacer frente e intentar modificar un Plan de Ajuste. Cambiar unas partidas que todavía no han sido ni anunciadas ni aprobadas en Pleno.
Y todo ello con un Ministerio de Hacienda acechando para su próxima intervención. Más que nuevas asignaciones e ideas más o menos rimbombantes, la reflexión debiera imponerse en un Ayuntamiento maniatado y en clara inferioridad.
Acatar la realidad del que por más que desee cambiarla ni puede ni sabe hacerla. Las connotaciones van a marcar una etapa compleja y difícil de sobrellevar y en el que el tiempo, el que suspiran porque pase más deprisa, será el único compañero de viaje que aguarde el devenir de una ciudad que necesita de un Gobierno fuerte, estable y capaz de revertir su porvenir. Hasta para hacer cambios hay que saber.