Teléfono rojo, volamos hacia Moscú. Esta película delirante ponía en ridículo la Guerra Fría, que ha conocido miles de novelas y películas de espías, amenazas nucleares y conspiraciones de todo tipo. Stanley Kubrick pudo hacer una película trágica pero prefirió la sátira y lo cómico -como, con peor fortuna, ha hecho “No mires arriba”- ante un tema tan terrible como la posibilidad de la destrucción del mundo por los inmensos arsenales nucleares de que disponían en 1964 Estados Unidos y la Unión Soviética. Hoy la lista de países que disponen de la bomba es más larga: Gran Bretaña, Francia, China, India Pakistán, Corea del Norte. Todo apunta que Israel también dispone de armamento nuclear lo que provoca que Irán quiera poseerlo.
La situación parecía haberse arreglado cuando cayó el muro de Berlín y se disolvieron el Pacto de Varsovia y la propia URSS. Pero la tensión ha vuelto. Los encuentros de Trump y Biden no tranquilizaron a Putin. La acumulación de tropas en las fronteras de Ucrania y las maniobras en Bielorrusia inquietan a toda Europa. Suecia ha movilizado tropas en el Báltico, Ucrania -que ya ha perdido parte de su territorio- pide armas para defenderse y Polonia se intranquiliza porque, como ha alertado el experto W. Münchau, Rusia con Bielorrusia pueden cortar en un pis pas un estratégico corredor que permite la unión geográfica entre dos países de la UE, Lituania y Polonia. Es el corredor de Suwalki.
El primer teléfono rojo se estableció entre URSS y EEUU. Se acordó en Ginebra tras la crisis de los misiles de Cuba de 1962, para avisarse, a fin de impedir cualquier error mortal como el que narra la película. Europa, sin embargo, no tiene teléfono de ningún color. Nadie llamará a la Unión cuando Rusia mueva algunas divisiones, aunque lo descarta solemnemente. La ministra alemana de Exteriores, Annalena Baerbock, desde Kiev, y el ministro español José Manuel Albares con el secretario de Estado norteamericano, Blinken, que dice contar con “socios, amigos y aliados estrechos como España”, se han decantado por el diálogo y la disuasión. Pero es la OTAN la que dispone de tropas, no la UE. Ni EEUU ni Europa responderán con armas, sólo con medidas económicas y Rusia -con el apoyo interesado de China- lo sabe. La diferencia, afortunadamente, es que todo sería con armas convencionales.