Termina un año, 2022, en el que los desorbitados precios de la cesta de la compra han sido uno de los asuntos que han protagonizado la cotidianidad de los hogares, la preocupación de la cadena alimentaria e incluso las disputas en el seno del Gobierno, que finalmente ha optado por rebajar el IVA.
Los datos oficiales del Instituto Nacional de Estadística (INE) hasta noviembre cifran el incremento de la cesta de la compra básica en un 15,3 %, un parámetro al que se ha llegado tras meses de subidas paulatinas derivadas del alza de costes, especialmente de las de materias primas, carburantes y electricidad.
De telón de fondo, los vaivenes internacionales por la reactivación económica tras la pandemia, las consecuencias de la guerra de Ucrania y una guinda del pastel que fue la tensión sin precedentes del paro de transportes en marzo, que incluso puso sobre la mesa el temido fantasma del desabastecimiento.
Todos estos ingredientes han dado lugar a un escenario para el que toda la cadena alimentaria reclama medidas desde hace meses, especialmente la reducción de su carga tributaria y de impuestos directos como el IVA.
DEL TOPE A LA CESTA DE LA COMPRA A LA BAJADA DEL IVA
Después del verano del "Carpe Diem" posterior a la covid, la primera en proponer soluciones concretas para el precio de los alimentos en el seno del Gobierno fue la vicepresidenta y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz.
Junto al titular de consumo, Alberto Garzón, reunió a las grandes patronales de la distribución para reclamar que llegaran a un "acuerdo" y establecieran un tope a los precios de una cesta "variada, sana y equilibrada" hasta enero de 2023.
Aquella idea cayó en saco roto con la oposición de los ministros socialistas competentes en esta materia -Industria y Alimentación- y de todo el sector, que clamó contra la medida, de la que dudaban de sus supuestos beneficios.
Industria y distribución alimentarias se afanaron en repetir sin descanso que son igualmente "víctimas de la inflación", y el gran consumo se ha resentido por el alza de precios, con un traspaso del consumidor a la marca blanca y las categorías más baratas, cuando no con un caída en la demanda.
En el último Consejo de Ministros se desvelaron por fin las medidas sobre las que se llevaba especulando semanas.
En síntesis, a partir de enero -y mientras la inflación subyacente se mantenga por encima del 5,5 %- los alimentos básicos no tendrán IVA y el del aceite y la pasta se reducirá al 5 %; una decisión que ha obligado a las cadenas de supermercados a trabajar "in extremis" para tener listos los precios de las referencias, una vez arranque 2023.
¿Y AHORA QUÉ?
Pese a la premura, la jugada de última hora -que ha contentado al sector: toda la cadena ha aplaudido la medida- ha salido por acuerdo de las dos sensibilidades del Gobierno y va en línea con lo que pedía la oposición, como la del Partido Popular, siempre dispuesto a bajar los impuestos.
El excedente de recaudación -precisamente por la subida de precios- hará su parte para cuadrar las cuentas, pero queda por ver el impacto real en el bolsillo de las familias y cómo afecta a los alimentos -carnes y pescados- a los que no se ha tocado el IVA.
UNA MEDIDA "COSMÉTICA", PERO QUE ALIVIARÁ LA PRESIÓN
El director Académico del Máster Universitario en Investigación de Mercados de la Universidad Internacional de la Rioja (UNIR), Luis Cerdá, asegura a EFE que una noticia como esta llega "directamente al cerebro", sobre todo después de meses de contexto inflacionista.
A su juicio, tendrá un efecto "desestresante" entre los compradores, que lo viven como un alivio, y es muy previsible que se "alegren" las compras.
Como un ejercicio "absolutamente cosmético" define el experto de la consultora IRI Antonio Khalaf el paquete de medidas aprobado por el Gobierno, pues según declara a EFE "prácticamente no se va a notar el tique final".
En la misma línea, los Técnicos de Hacienda (Gestha) consideran la medida "ineficaz" y calculan un ahorro de 3,85 euros por cada 100 euros de compra de los alimentos básicos; y en el caso del aceite (del 10 % al 5 %) cuantifican un ahorro de 1,36 euros por cada 25 euros de compra.
A un día de que se conozca el indicador del IPC adelantado para diciembre, el consumo alimentario se despide de un 2022 trepidante a la espera de dejar de ser el protagonista en el próximo ejercicio, lo que sería señal de una normalidad que ya está tardando años en reinstalarse en los lineales.