El Partido Conservador y el Liberaldemócrata aspiran a recabar unas bases de acuerdo mínimas para mandar un mensaje de tranquilidad ante el reinicio de la actividad el lunes en la City, con el objetivo de evitar que las conversaciones en curso para definir el futuro Gobierno de Reino Unido afecten a los mercados.
Los equipos negociadores, de los que los líderes no forman parte, continúan reunidos en dependencias oficiales, para evaluar pautas de colaboración en el escenario sin mayorías absolutas que dejaron las elecciones del pasado jueves, el primero desde 1974. Después de que David Cameron y Nick Clegg mantuviesen la pasada noche una reunión privada, calificada de "constructiva" por los 'tories', las partes evalúan este domingo tanto las propuestas en materia programática como la fórmula de cooperación que podrían establecer.
No obstante, ya han descartado un acuerdo definitivo antes de la próxima semana, especialmente por parte de los conservadores, los más interesados en sellarlo cuanto antes. Mientras, el primer ministro, Gordon Brown, regresó este domingo a Londres, procedente de su residencia particular en Escocia, donde acudió con su familia a pasar el fin de semana. Una vez en Downing Street, esta fijada una reunión con parte de su Gabinete para evaluar la situación, a la espera del progreso de las conversaciones entre los otros dos.
El Laborismo mantiene la mano tendida a los liberaldemócratas para intentar sellar una alianza, en caso de que no lleguen finalmente a un acuerdo con los conservadores. Brown habló de nuevo la pasada noche con Clegg por teléfono, en lo que supone la segunda conversación desde que, el viernes, tras confirmar la pérdida de la mayoría absoluta, expresase su intención de negociar.
El 'premier' mantiene la incógnita sobre su futuro, si bien en un correo electrónico remitido a los simpatizantes de su partido para agradecer su implicación en los comicios asegura que su "resolución no ha cambiado, ni cambiará". "Prometí hacer todo lo que esté a mi alcance para asegurar la recuperación y continuaré luchando para asegurar un futuro más justo para todos", aseguró, en lo que se ha interpretado como una declaración de su intención de, por el momento, no dimitir.
Brown continúa aferrándose a su posición constitucional, que en un escenario sin mayorías absolutas le atribuye la responsabilidad de garantizar un Gobierno estable. Por ahora, la mayoría de sus filas, aunque con excepciones, cierra filas en torno al él, pero una oscura cláusula de sus estatutos recoge que si un mandatario queda invalidado "por la razón que sea", su Gabinete tiene poder para nombrar un sucesor temporal.
Además, el primer secretario de Estado, Peter Mandelson, considerado su mano derecha desde que lo recuperase para la política doméstica en octubre de 2008, tras una trayectoria de desencuentros, ha asegurado ya que Brown podría irse "en un determinado momento". Algunos diputados han dado por hecho públicamente el acuerdo entre David Cameron y Nick Clegg y ya ha surgido la primera voz que asegura que, con Brown al frente, el acercamiento a la tercera fuerza se complica.
En cualquier caso, los 258 escaños de los laboristas y los 57 de los de Clegg, tampoco serían suficientes para alcanzar la mayoría absoluta de 326 escaños en el Parlamento y, en consecuencia, dependería de otras formaciones minoritarias. Un panorama que refuerza la posición de los 'tories', quienes, a 20 escaños de la hegemonía en Westminster, verían margen para negar las demandas más incómodas de la tercera fuerza, especialmente la reforma electoral.
Por el momento, sobre la mesa estarían las propuestas en común de ambas formaciones y, más importante, el modelo de colaboración. Por un parte, está la coalición formal, que implicaría integración programática y una agenda común y que podría incomodar más a las bases más tradicionales de los 'tories'. Sin embargo, hay una alternativa, basada en un acuerdo de confianza que garantizase a los conservadores la estabilidad para cuestiones clave como la aprobación de los presupuestos o las perspectivas legislativas de cada año que se dan a conocer en el tradicional Discurso de la Reina.
Gran parte dependerá de la presión que Clegg aplique a la demanda de la reforma electoral, una cuestión que, según encuestas publicadas este domingo, importa a la mayoría del electorado, que reclama una traducción más proporcional de los votos en el Parlamento. La presión ha aumentado para el líder, que el sábado vio a miles de manifestantes aprovechando una reunión de su partido para demandarle que no olvidase su promesa.
De momento, Clegg sofocó el riesgo de una contestación entre los sectores más progresistas de sus filas ante la perspectiva de la negociación con los 'tories'. El Grupo Parlamentario y la Comisión Ejecutiva Federal le otorgaron la autorización para continuar negociando. David Cameron, por su parte, se reúne con los 305 diputados con los que este año se sentará en Westminster mañana por la tarde.