A la hora de subvencionar a esa industria cultural, que constitucionalmente los poderes públicos han de promover y tutelar, habrá que ver tanto su línea de actuación como su cadena de valor. Habrá que discernir lo que es cultura de lo que es propaganda, por ejemplo. Téngase en cuenta que es dinero público. Apoyar sin complejos la cultura como cualidad distintiva de la ciudadanía, portadora de identidad, valores y significados, será un gran avance. De cara a los tiempos actuales, avivar este cultivo es tan preciso como necesario, puesto que es un mecanismo de cohesión social, de participación democrática y de enriquecimiento personal y colectivo. La cultura, y por ende la industria cultural, debe ser el universo que universaliza y el cauce donde la vida humana se humaniza. Esta es la cultura que debemos fomentar. Más allá de los meros proyectos que sólo innoven, ha de estar la escala de valores que dignifiquen al hombre. Más allá de la internacionalización de las industrias culturales, debe estar la interiorización del ser humano como creador de culturas, a las que hay que respetar y proteger. Por encima del talento y de la creatividad, teniendo en cuenta que hay quienes quieren demostrar que son creativos, están los valores estéticos que a veces, por desgracia, no cotizan en ninguna gestión cultural.
España
La industria cultural
A la hora de subvencionar a esa industria cultural, que constitucionalmente los poderes públicos han de promover y tutelar, habrá que ver tanto su línea de actuación como su cadena de valor. Habrá que discernir lo que es cultura de lo que es propaganda, por ejemplo. Téngase en cuenta que es dinero público. Apoyar sin complejos la cultura como cualidad distintiva de la ciudadanía, portadora de identidad, valores y significados, será un gran avance. De cara a los tiempos actuales, avivar este cultivo es tan preciso como necesario, puesto que es un mecanismo de cohesión social, de participación democrática y de enriquecimiento personal y colectivo. La cultura, y por ende la industria cultural, debe ser el universo que universaliza y el cauce donde la vida humana se humaniza. Esta es la cultura que debemos fomentar. Más allá de los meros proyectos que sólo innoven, ha de estar la escala de valores que dignifiquen al hombre. Más allá de la internacionalización de las industrias culturales, debe estar la interiorización del ser humano como creador de culturas, a las que hay que respetar y proteger. Por encima del talento y de la creatividad, teniendo en cuenta que hay quienes quieren demostrar que son creativos, están los valores estéticos que a veces, por desgracia, no cotizan en ninguna gestión cultural.
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