La película Los Inmortales (Sean Connery y Chistopher Lambert) fue un éxito estrenado en 1986 que cuenta la historia de una raza de hombres que no mueren y que luchan entre sí para conseguir un enigmático premio. Siempre es algo que hemos ansiado, la inmortalidad. Porqué hay que morir. El elixir de la vida, la piedra filosofal para la eternidad nutre obras literarias, óperas, películas. ¿Está a nuestro alcance esa inmortalidad? ¿Podemos tener como Lohengrin el Grial para no morir? Me viene a las manos en este verano pasado la reedición de un libro escrito por Antonio Millán Puelles (editorial Rialp) que lleva por título La inmortalidad del alma humana. Es lamentable pero cierto. Este autor es un gaditano poco conocido en Cádiz (como tantos). Nació en Alcalá de los Gazules el 11 de febrero de 1921, fue Premio Nacional de Literatura y Premio Nacional de Investigación Filosófica, profesor de la UNA y maestro del que luego fuera rector, Alejandro Llano. Académico de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, catedrático de Metafísica en la Universidad Complutense. Hay un dato curioso: su padre fue un médico homeópata que vivió en la calle Sacramento de Cádiz.
Su producción bibliográfica es amplia y fecunda: El problema del ente ideal, La formación de la personalidad humana, Sobre el hombre y la sociedad, La estructura de la subjetividad, Economía y libertad, El interés por la verdad o El valor de la libertad.
Desde un punto de vista filosófico (se pretende la supresión de la asignatura de Filosofía en la Educación española) el libro de Millán demuestra la inmortalidad del hombre a través de su espíritu. El mes de noviembre solemos recordar a los difuntos, les recordamos como seres que aún viven a través de su alma, porque el alma es inmortal. De que tengas conciencia de la inmortalidad de tu alma se condiciona tu forma de actuar, tu conducta. ¿Puedes, acaso, hacer cosas malas si sabes que eres inmortal y quedarte tan tranquilo? Por mucho que condenes tu alma al olvido, no por ello desaparece tu espíritu. La inmortalidad se llama vida eterna y cuando uno la busca sabe que la tiene, frente a los que le miran con escepticismo. ¿Quieres vida eterna? ¿Quieres inmortalidad? ¿Cómo podemos obtener la vida eterna? Dame de su elixir para beberlo. Tómalo, lee en I Jn 5, 4: “Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo, y esta es la victoria que ha vencido al mundo; quién es el que vence al mundo sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios, este es Jesucristo (…) El que cree en el Hijo de Dios tiene el testimonio en sí mismo. Y el testimonio es que Dios nos ha dado vida eterna”. Sí vida inmortal. Eres inmortal. El que tiene a Jesucristo tiene la inmortalidad. Dice Robespierre: “La muerte es el comienzo de la inmortalidad”. Aunque te parezca contradictorio.