A las contusiones físicas sufridas por el padre de la familia -en la pierna y en el cuello debido a que lo tiraron al suelo y le ataron las manos con bridas de plástico- hay que sumar el cuadro de ansiedad generalizado que padece la familia al completo merced a los veinte minutos de estrés a los que estuvieron sometidos mientras que la Policía, “armada de arriba abajo y con linternas” ponía su casa “patas arriba”.
“El padre -Jesús Fernández- no para de llorar como un niño chico cada vez que rememora el episodio y han derivado a salud mental a la familia al completo para ver su estado y las posibles secuelas”, ha señalado a Viva Sevilla Manuel Risueño, el abogado que se ha hecho cargo del caso y que está esperando los informes del Hospital Virgen del Rocío y recabando datos antes de interponer una denuncia, aunque según el mismo confiesa todavía no saben “a quien pedirán responsabilidades hasta que no se esclarezca de dónde y de quién parte el error. Queremos averiguar quién encargó las investigaciones, de dónde parten esas órdenes y si verdaderamente se llevaron a cabo”.
Cadena de despropósitos
Ésa es la clave, dónde comenzó a gestarse el desacierto con el que la Policía Nacional, que dice haber actuado según el protocolo -unas órdenes que incluyeron patadas, aberraciones y fuerza bruta-, realizó a cabo la operación.“Sabemos que la Policía, desorientada, dijo Risueño, llevaba preguntando por la zona varias semanas y que la órden de registro proviene de un juzgado de Badajoz que buscaba una red dedicada al tráfico de estupefacientes. Pero también sabemos que se equivocaron de domicilio porque mis clientes residen en esta casa desde hace nueve años. Aun así, nadie ha pedido disculpas”.
Una pesadilla de más de 20 minutos
La historia de película de terror que vivió la familia Fernández en su domicilio de Montequinto el pasado miércoles por la mañana duró más de 20 minutos. Casi media hora de agonía en el que un grupo de agentes de la Policía Nacional asaltó su casa por la fuerza -tirando la puerta abajo- y buscando indicios, supuestamente, de que allí habitaba una red de narcos. Ni siquiera respetaron las habitaciones y utensilios de los bebés, que estuvieron presentes durante todo el operativo. La Policía se marchó al ver que no era el lugar correcto. Nadie ha pedido disculpas