El Cine Cervantes conserva aún la esencia de aquellas salas que antes jalonaban los barrios y que han sucumbido a la presión de los multicines
Con el paso de los años van naciendo por decenas los multicines insertos en grandes centros comerciales. Los espectadores usan ahora gafas 3D, el sonido es digital, casi perfecto, y ya no importa el arte, sino el entretenimiento. Pero en el centro de esta vorágine de modernidad sobrevive un cine único, histórico, de los que ya no hay, una joya: el Cervantes.
Situado en la calle Amor de Dios, su taquilla no está coronada por una pantalla electrónica, sino por un cristal grueso que te separa del taquillero, quien a veces también te venderá las palomitas. Sólo trabajan en él tres personas, pero desde su entrada al hall el espectador ya siente el aroma del celuloide.
La magia del Cervantes llega al pisar el vencido parquet de su sala de proyección. Sólo hay una, pero ver una película en ella es similar a revivir las primeras experiencias cinematográficas de los Lumière. Y es que el Cervantes fue teatro antes que cine y su estructura, con inmensa lámpara de araña incluida, sigue presente. La sala lleva mucho tiempo sin restaurarse, puesto que se trata de un cine al que la gente no acude en masa, según comentan desde su empresa gestora, Unión Cine Ciudad.
Desde el mismo patio de butacas en el que los burgueses del XIX veían las obras de los hermanos Álvarez Quintero, el sevillano puede deleitarse ahora con películas taquilleras como Harry Potter, El Árbol de la Vida o, más recientemente, Intruders. El público que viene a esta sala, según explican desde el cine, no es tan joven como el de los multicines, ya que “aquí no sólo se viene a disfrutar de la película, sino también del cine”, aseguran.
El encanto de este viejo enclave llega incluso a Facebook, donde hay un grupo de Amigos del Cine Cervantes, en el que se comparten fotografías antiguas y opiniones acerca del estado de salud del cine. Una salud que muchos temen que se debilite con la crisis económica. “Voy siempre que puedo y sería una pena que cerrara por falta de público o dinero”, dice una usuaria del cine.
Pero, hasta que llegue el momento en el que sea absorbido por la evolución de los tiempos y la tecnología, los cinéfilos y los no tan amantes del cine, pueden aún vivir una verdadera experiencia cinematográfica en pleno Casco Histórico de Sevilla.
Otro Cervantes histórico
El pasado mes de mayo cerró sus puertas el Cine Cervantes de Jaén, otro cine histórico (el único que quedaba en el centro de la ciudad), que no pudo hacer frente a la competencia de los modernos multicines.