Hay un centro educativo en Galicia en el que instruyen con emociones. Es el único de la comunidad que aplica el modelo Rubik, de la reconocida pedagoga Carmen Pellicer. Allí la enseñanza es un trabajo cooperativo. Y si hay algo que no vale es "vomitar" el conocimiento en un examen para acto seguido olvidarlo.
“No puedes amueblar con palabras si no amueblas con emociones”, dice a Efe Eva Vidal, directora de la escuela concertada de Infantil y Primaria Casa do Neno, situada en Santiago de Compostela, y que busca, a través del modelo Rubik, enseñar a los más pequeños a establecer un equilibrio entre lo emocional y lo profesional.
"Enseñarle a los peques, en suma, que todas las emociones son importantes es muy interesante. Es bueno que sientan rabia, tristeza y alegría", prosigue la también docente, y asegura que los niños y niñas en muchas ocasiones tienen "sobreprotección" en el terreno emocional.
Casa do Neno comenzó siendo una escuela infantil, pero desde 2016 también imparte aulas de primaria, en el Seminario Menor, a un total actual de 240 alumnos, con 23 profesores al cargo.
El método educativo "diferente", basado en el modelo Rubik, señala seis aspectos fundamentales de la vida escolar para, con ellos, alcanzar la excelencia educativa: currículum, metodologías, evaluación, organización, personalización y, cómo no, liderazgo.
"Con el cubo de Rubik no vale centrarse solo en hacer una cara. La solución solamente se pone en marcha cuando se mueven las seis caras a la vez", ejemplifica Vidal.
Aunque, huelga decirlo, están obligados a dar determinadas materias por ley, las metodologías son muy distintas a las habituales. Así, tratan de "convertir la información en conocimiento" y huir de la "bulimia educativa", es decir, de estudiar para "vomitar" lo chapado y luego no recordarlo.
"Trabajamos mucho las rutinas de pensamiento, enseñamos a los niños a pensar, les damos habilidades. Queremos que la motivación y la sorpresa sean la base de la educación, con metodologías muy activas", relata Vidal.
El centro, que pretende ampliar a secundaria más pronto que tarde, apuesta decididamente por el liderazgo, el aprendizaje personalizado, la co-evaluación (los niños se evalúan entre ellos) y la autoevaluación.
"Es muy importante que los peques sepan en qué han fallado o qué les ha salido bien. Esto es un proceso de reconocimiento que hay que ir enseñándoles desde pequeños", argumenta Eva, que hace hincapié en el "aprendizaje significativo", ese que tiene "una razón o fin social".
"Los niños tienen que saber por qué aprenden. Cuando saben por qué aprenden y lo pueden utilizar, se sienten mucho más motivados", asegura la directora, que, con todo, no olvida, claro, el "importante" papel de la memoria, que "también se debe ejercitar".
En Casa do Neno no hay pupitres como tal, pues los niños trabajan en mesas redondas de forma colaborativa. Juegan al ajedrez, tienen clases de robótica, de pilates, hacen "mindfulness" y afianzan la oratoria.
"Muchos adultos hacen ahora cursos para hablar en público. Son habilidades que desde pequeños debemos enseñar para el futuro", defiende Vidal, que añade que las enseñanzas artísticas y la música, por ejemplo, son cruciales, porque es donde los niños y niñas "más se expresan emocionalmente".
Según la directora del centro gallego, la educación en valores como la responsabilidad, la creatividad, la convivencia, y la justicia es, igualmente, básica, porque no solo se trata de adquirir conocimientos teóricos, sino también de "crecer", remarca Vidal, en lo personal y en el terreno emocional.
"Nos excusamos en las leyes, que son malas, pero el cambio tenemos que hacerlo nosotros. El cambio está en el aula, en el profesor, en esos movimientos de Rubik", desliza.
Y esta directiva se muestra preocupada por el detrimento de "la cultura del esfuerzo" y el auge de la filosofía del "todo vale": "Habrá un número menor de fracaso escolar, pero habrá fracasados escolares", vaticina con tristeza.
Ya por último, dado el contexto que se vive, sobre los efectos de la pandemia en el mundo educativo, aunque Vidal admite que son los expertos sanitarios los que deben tomar las decisiones, sí ruega ir poco a poco normalizando la situación con respecto a medidas tales como las mascarillas.
Al menos en los patios, que en Galicia siguen siendo tratados como lugares de aglomeración y por tanto esa prenda todavía es obligatoria.
"En los niños más pequeños va a haber muchos retrasos en el lenguaje. Ya lo estamos notando. No ven los movimientos de la boca. Y en el tema emocional, aparte, hay niños a los que les cuesta sonreír", concluye Eva Vidal, con la esperanza de que en un tiempo breve se pueda hablar en pasado de la covid-19.