La ley de vivienda y el acceso a la misma parece que ha sido el último escollo entre Podemos y el Partido Socialista para alcanzar un acuerdo por los Presupuestos Generales del Estado. Este se ha salvado con un acuerdo para reformar la Ley de Vivienda, más intervencionismo en un mercado tensionado que como ha demostrado los experimentos que se han hecho en otras capitales europeas lo único que sirve es para agravar el problema.
En un año en el que la inflación está disparada y que el Gobierno espera subir el sueldo a los empleados públicos muy por encima de lo que está subiendo en el sector privado, se obliga a los inversores no solo a congelar los precios de sus activos, sino que les van a penalizar. Tal barbaridad encima va acompañada de la prepotencia con el que este ejecutivo gobierna y espanta ese capital que podría ayudar al país a reconstruirlo después de un año tan complejo a consecuencia de la pandemia.
Lo que no cuenta el Gobierno es que la competencia única sobre el urbanismo la poseen las administraciones públicas, por lo que avanzar en la liberalización del suelo ayudaría a que esa demanda insatisfecha fuese cubierta o que por competencia esos precios bajasen. Es claro que esta no es la senda que parece se va seguir, el intervencionismo va a ganar esta partida porque es más fácil cargar las culpas sobre los particulares y la empresa privada.
Las consecuencias de esta nueva Ley de Vivienda no parecen muy complicadas de calcular, cada vez habrá menos capital para construcción de nuevas viviendas o para restauración de fincas antiguas, por lo que los pisos que saldrán al mercado cada vez serán más viejos e ineficientes. Seguramente esto será corregido en el futuro con otra política intervencionista que lo que seguirá ahondando el problema hasta convertirlo en nudo insalvable.
Todo esto choca frontalmente con las diferentes reuniones que mantiene nuestro Presiente, donde se vanagloria que España es algo así como un oasis para los inversores y que es el mejor momento para emplear su dinero en este país. Da verdadera pena como estamos destruyendo el Estado del Bienestar que tanto tiempo y trabajo ha costado construir.