El Consejo de Gobierno de la ciudad autónoma de Ceuta ha acordado recientemente suscribir un convenio con el Obispado de Cádiz y Ceuta con una dotación de 700.000 euros para financiar las obras de restauración en el interior de la Catedral de la Asunción tras el arreglo de las cubiertas y estructura de maderas hace unos años que pusieron fin a la exposición de las bóvedas al agua.
“No solo se trata de una cuestión estética o de ornato en el interior del templo, sino también de seguridad, puesto que se ha perdido estabilidad y adherencia en los revestimientos a causa de las filtraciones”, indica el arquitecto de la Diócesis Antonio Sánchez Casas, responsable del proyecto, cuyo presupuesto total, de acuerdo al Plan Director elaborado en 2005 para que el Ministerio de Cultura pusiera orden en los trabajos que se venían desarrollando en el edificio, declarado Bien de Interés Cultural en 2008, asciende a 1,7 millones.
Para comprender el alcance de la actuación, hay que remontarse a la década de los años 50 del siglo pasado. Concretamente, entre los años 1954 y 1955, los arquitectos Gaspar y José Blein llevaron a cabo una profunda transformación de la Catedral, cuyo origen primigenio es bizantino, según testimonio de Procopio, aunque la teoría es discutida.
En cualquier caso, el templo primitivo fue declarado en ruina en 1665, procediéndose a su clausura en 1672. Juan de Ochoa se hizo cargo de la nueva Catedral, encargada en 1687 y consagrada el 8 de diciembre de 1726 tras el sitio de Muley Ismail y la crisis subsiguiente. En el siglo XX, los Blein construyeron un nuevo presbiterio con coro a la romana y girola a la que se abren las capillas radiales.
También se llevó a cabo la construcción de la Capilla del Sacramento en el eje axial del conjunto y se demolió la torre campanarios, construyendo dos gemelas a los pies de las naves laterales. Recientemente, se inició la citada reparación de las cubiertas para evitar daños por el agua en los paramentos verticales y las bóvedas encamonadas, que ocultan la verdadera estructura de cubrición del edificio, pero los técnicos apreciaron que la mayoría de los paramentos presentan un revestimiento de escayola ornamental superpuesto a la fábrica original de ladrillo y revoco cuyos antecedentes se desconocía.
Dado su deteriorado estado, el convenio contempla una primera fase de análisis para determinar, por medio de una mesa de seguimiento en la que estén representadas todas las partes interesadas, las soluciones que se pueden adoptar. En principio, se barajan tres: la consolidación de los revestimientos existentes, la eliminación o la sustitución.
Por razones presupuestarias, en una primera actuación correspondiente al convenio suscrito, solo se ejecutará lo relativo al edificio del siglo XVIII, sin intervención en la girola. Del mismo modo, tampoco se ejecutará lo relativo a la instalación eléctrica e iluminación interior. Al respecto, Sánchez Casas apunta que se propone la instalación de nuevo cuadro general y la ubicación de, al menos, tres cuadros secundarios relacionados con los diferentes usos y zonas del edificio.
De cada cuadro secundario, agrega el arquitecto, partirán las diferentes líneas de iluminación, y es necesario plantear un número adecuado de tomas de corriente para usos de mantenimiento y limpieza, así como para soluciones provisionales de calefacción y ventilación puntuales.
Finalmente, plantea mejorar la deficiente instalación de iluminación general y, en particular, la ornamental arquitectónica y sobre elementos muebles, tales como retablos y lienzos de las capillas, así como los cuadros y las tallas de menor formato que conforman la colección del bien de interés cultural.
Labor migratoria impagable
El Obispado de Cádiz y Ceuta afronta, gracias al convenio suscrito con el Gobierno de la Ciudad Autónoma una ambiciosa obra de rehabilitación del interior de la Catedral.
No es la única ejecutada recientemente o en curso. En la Iglesia de San José, se llevan a cabo trabajos de reparación de forjados, con un importe de 104.000 euros, y la Diócesis obtuvo una subvención de 345.000 euros para la demolición de la cubierta y construcción de una nueva. Con importes menores, el Obispado ha recibido ayudas para la restauración de otros edificios singulares, Echegaray, San Ildefonso y Santa Teresa, de su titularidad.
Y, en curso, se llevan a cabo labores de reparación de la cubierta en el Santuario de Nuestra Señora de África, con un presupuesto de 210.000 euros.
Menos visible, pero tanto o más valiosa, es la actividad sociocaritativa desarrollada por la Iglesia y la atención a inmigrantes en Ceuta. Según la información facilitada por el Obispado, hay siete Cáritas parroquiales en la ciudad autónoma.
Cada parroquia tiene a sus familias de acogida, donde le aportan ayuda económica en el pago de la luz, alquileres y agua de forma directa.
Asimismo, desarrollan el proyecto Ecoeduco, con sesiones de formación a los beneficiarios sobre economía doméstica, inserción y orientación laboral, hábitos de vida saludable, gestión en el hogar y habilidades sociales.
También llevan a cabo dinámicas grupales, les ayudan a elaborar currículos, cartas de presentación y a adquirir competencias digitales. En total, en 2021, fueron atendidas 2.900 personas.
El Secretariado de Migraciones, por su arte, da servicio de atención y orientación social a los migrantes que principalmente necesitan que los acompañen en procesos de reagrupación familiar, que los deriven a los recursos sociales y comunitarios, y da apoyo para el acceso y mantenimiento de la vivienda, fomenta los hábitos saludables, atiende a mujeres en situación de riesgo y, finalmente, cuenta con una bolsa de empleo para servicio doméstico y talleres para la inserción laboral.
En 2021, atendió a 1.384 personas. El año fue especialmente duro porque, el 17 de mayo, Marruecos abrió la frontera terrestre y entraron en Ceuta más de 10.000 migrantes, aunque fueron devueltos 7.500.
El Centro de San Antonio se llenó de personas a la espera de ser acogidas para dormir y comer. Por la instalaciones, pasaron 318 personas y fueron atendidas 1.384, el 90%, hombres, y en un 75% de nacionalidad marroquí y argelina; el resto fueron subsaharianos.