Hace unos días,
la Asociación de Industrias Químicas, Básicas y Energéticas de Huelva (Aiqbe) anunciaba su adhesión a las entidades firmantes de la Declaración de Amberes para un Acuerdo Industrial Europeo.
Se trata de un documento que a finales de febrero de este año fue presentado, con el apoyo de 73 líderes de casi 20 sectores industriales, a la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, y al primer ministro belga, Alexander de Croo. Pero,
¿en qué consiste exactamente esta declaración?
En la página web de la Declaración de Amberes, se parte de una premisa clara:
“Necesitamos mantener la industria en Europa porque la industria ofrecerá las soluciones climáticas que Europa necesita”.
Así, la Declaración de Amberes se plantea como
un llamamiento urgente para revitalizar el panorama industrial europeo reforzando los sectores industriales básicos, garantizando su competitividad, sostenibilidad y resiliencia en un contexto geopolítico cambiante.
El texto ya ha sido
respaldado por más de mil firmantes, entre los que se encuentran representantes de diversos sectores, como el químico, el farmacéutico, el papelero, el siderúrgico, el minero, el del aluminio, el del vidrio, el del zinc, el metalúrgico, el texto, el de las refinerías, el cementerio, el de la cal, el de los fertilizantes, el de la cerámica, el de los gases industriales y el de la biotecnología.
La declaración señala
diez medidas concretas. La primera pide
colocar el Acuerdo Industrial en el centro de la nueva Agenda Estratégica Europea para 2024-2029: “Solicitamos un plan de acción integral para elevar la competitividad como prioridad estratégica y crear las condiciones para un negocio más sólido en Europa”.
En segundo lugar, se pide incluir un
capítulo de financiación pública con un fondo de implementación de tecnologías limpias, además de proponer “un nivel fiscal competitivo y sostenible en toda Europa”.
La tercera medida pasa por
hacer de Europa un proveedor de energía globalmente competitivo: “Necesitamos una verdadera estrategia energética de la UE con acciones concretas que permitan la energía eléctrica transfronteriza, la expansión de la red para el hidrógeno y otras moléculas verdes y bajas en carbono, y asociaciones con países ricos en recursos”.
El cuarto punto
mira hacia la infraestructuras, y en concreto apuesta por “liberar los obstáculos del transporte transfronterizo y desarrollar redes transeuropeas”.
La quinta medida plantea
incrementar la seguridad de las materias primas en la UE mediante “la ampliación de la minería nacional, el procesamiento sostenible y la capacidad de materias primas cruciales”.
En sexto lugar, la Declaración de Amberes aboga por
impulsar la demanda de productos circulares, con emisiones netas cero y bajas en carbono; el séptimo lugar, pide “aprovechar, hacer cumplir, reactivar y mejorar el Mercado Único”. En este punto, reclama “crear un mercado único de residuos y materiales reciclados y también un verdadero mercado energético europeo”.
La octava medida propone
“hacer que el marco de innovación sea más inteligente”, por lo que se apuesta por “el fomento de la ciencia de alta calidad, la innovación tecnológica y políticas colaborativas”.
El penúltimo punto apuesta por u
n nuevo espíritu de elaboración de leyes, de modo que “la legislación debería crear incentivos para que las empresas inviertan en tecnologías limpias”.
Y la última medida del decálogo pide
“garantizar que la estructura permita lograr los resultados”, que pasaría por que uno de los vicepresidentes de la Comisión Europea sea responsable de la ejecución del Acuerdo Industrial Europeo.
Son muchos los temas que la industria onubense ya ha puesto encima de la mesa y vitales en el momento actual en el que está inmerso,
una tercera revolución industrial que puede situarla a la cabeza de la transición energética.