Como Pla en Nueva York: "y todo esto, ¿quién lo paga?"

Publicado: 27/07/2024
Autor

Abraham Ceballos

Abraham Ceballos es director de Viva Jerez y coordinador de 7 Televisión Jerez. Periodista y crítico de cine

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No se trata de ir contra el Gobierno por llevar adelante su plan de gestión,ya que está legitimado, pero su justificación no debe pasar por una tomadura de pelo
En el verano de 1954, el director de la revista Destino, Josep Vergés, encargó al escritor Josep Pla una serie de reportajes sobre Cuba y Estados Unidos. Pla, que estaba muy ilusionado con la propuesta, ya que se trataba de su primera visita a América, partió desde Cádiz a bordo del transatlántico Guadalupe rumbo a La Habana, para dirigirse posteriormente a Nueva York, ciudad ante la que terminó rendido y a la que dedicó uno de sus celebrados libros de viajes.

De aquella primera experiencia en la gran manzana data asimismo una de sus recordadas anécdotas, la que le sitúa en su primera noche por las amplias y coloridas avenidas de Manhattan, entre rascacielos y grandes luminosos, hasta que, sobrepasado por la impresión, trasladó a quienes le guiaban: “Y todo esto, ¿quién lo paga?”.

Setenta años después seguimos encontrando ocasiones en las que hacernos la misma pregunta, siempre en sentido retórico, y sin necesidad de asomarnos a Times Square. Basta con la aprobación de una modificación presupuestaria como la llevada este viernes al Pleno del Ayuntamiento de Jerez para disponer de más de 27 millones de euros para hacer frente a subidas salariales de la plantilla municipal -más de 21 millones de euros de una vez-, pagos a dedo a todo tipo de asociaciones -tres millones y medio- e inversiones de distinta naturaleza.

Para hacer posible la operación, el Gobierno local ha acudido al remanente de Tesorería (25,2 millones) y al Fondo de Contingencia (2,4 millones), pese a la advertencia del propio interventor municipal de que “la utilización del Remanente de Tesorería para gastos generales tendrá un efecto negativo sobre el cumplimiento del superávit presupuestario y de la regla de gasto en 2024”. Frente al reparo de quien sabe más de la cuestión, que termina a su vez por afear al Gobierno que más de un año después siga sin contar con presupuesto propio, hay que coincidir con el ejecutivo en la necesidad de disponer de fondos para pagar a la plantilla municipal, pero ¿también es necesario disponer ya de 3,5 millones para repartir subvenciones como si no hubiera un mañana?

Dicen que sí, porque se sustenta en facilitar contribuciones a la candidatura a capital cultural europea. Ya depende de nosotros que nos lo creamos o no, como que nos creamos o no los argumentos sobre la subida salarial o la de impuestos, transformados en enternecedor cuento para niños, o los de la subida de la factura del agua, en los que se juega con nuestra desmemoria.

En este sentido, no se trata de arremeter contra el Gobierno por llevar adelante su plan de gestión, ya que está plenamente legitimado para ello, sino de hacerle ver que su justificación no debe pasar por una tomadura de pelo e incluso por traicionar su propio discurso antes y después de ganar las elecciones, por lo de “ni vamos a mirar al pasado, ni vamos a subir los impuestos”: tanto el incremento salarial como la subida del agua se escudan en malas decisiones del anterior gobierno del PSOE, pese a que buena parte del incremento de los costes salariales -el 44% del total es para la Policía Local- se derivan de los acuerdos alcanzados por la alcaldesa en estos últimos meses con diferentes colectivos, y de que fue el PP el que se opuso en los últimos años, sistemáticamente, a la aplicación del IPC en la factura del agua, corrigiendo ahora lo que tenía que haber apoyado entonces para poner orden en algo que, como ha reconocido, era inasumible.

No sé si el PP tendrá que aprobar nuevas subidas de impuestos para hacer frente al incremento de costes y a las exigencias del Ministerio de Hacienda, pero la amenaza del Tribunal de Cuentas al plantear la retención de la PIE tampoco despeja dudas de cara al futuro. De momento prevé recaudar 4,5 millones con las tres tasas llevadas a pleno, que se antoja calderilla, mientras acumula más de 50 millones de euros en “facturas en el cajón”. Porque, y todo esto, ¿quién lo paga?

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